La soledad no deseada se vive o se siente en todas las edades y en todas las realidades económicas y sociales, aunque impacta especialmente en grupos de personas de más edad, especialmente en los mayores de 75/80 años.

La soledad no deseada se vive o se siente en todas las edades y en todas las realidades económicas y sociales, aunque impacta especialmente en grupos de personas de más edad, especialmente en los mayores de 75/80 años.

  1. CULTURA DE ATENCIÓN SOSTENIBLE.

Por:  Juan López.

Vicesecretario general de la Agrupación de Chamberí

El último informe del Instituto Nacional de Estadística (2021)sobre esta cuestión,  indica que más de la mitad de los mayores de 60 años se sienten solos y unos cuatro millones de españoles mayores de 70 años viven solos y no reciben una sola visita al año, ni siquiera en Navidad.

El aislamiento social aumenta significativamente el riesgo de una persona de morir prematuramente, un riesgo que rivaliza con el tabaquismo, la obesidad y la inactividad física y va asociado a un aumento de casi el 50% de demencia. Las relaciones sociales escasas, caracterizadas por el aislamiento social o la soledad, se asociaron a un aumento del 29% del riesgo de enfermedad cardiaca y a un aumento del 32% del riesgo de accidente cerebrovascular, según el informe referido. La soledad, por otra parte, va asociada a mayores tasas de depresión, ansiedad y suicidio.

Dos tendencias demográficas relevantes están ejerciendo un efecto poderoso en la sociedad, por un lado una proporción creciente de personas mayores y un cambio en la duración de la vida.

Por un lado, el aumento incesante de la esperanza de vida y la caída de las tasas de natalidad están dando lugar a una longevidad progresiva en todo el mundo occidental, pero nuestra comprensión compartida sobre como es la vida en edades avanzadas está lamentablemente desactualizada. Se presenta como una “narrativa de declive”, en lugar de como un momento de oportunidad y cambio.

La Declaración de Río “ Más allá de la prevención y el Tratamiento: El desarrollo de una cultura del cuidado en respuesta a la revolución de la Longevidad” (2013), estableceuna preocupación central por la cultura del cuidado, señalando que por mucho que se logre en prevención y tratamiento, la revolución de la longevidad viene con un imperativo adicional : desarrollar una cultura de atención que sea sostenible, asequible, compasiva y universal.

La Declaración de Río, destaca la necesidad de una atención inclusiva, centrada en la persona y firmemente cimentada en los derechos humanos.

Tomando como referencia las recomendaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se considera esencial:

  • Crear servicios que proporcionen atención integrada y centrada en las personas mayores y garantizar su acceso.
  • Adoptar medidas que optimicen las trayectorias de la capacidad intrínseca y la capacidad funcional en el curso de la vida.
  • Garantizar que se cuente con personal sanitario y atención social sostenible y debidamente capacitado.
  • Diseñar sistemas de manera que permitan ayudar a las personas mayores a envejecer en el lugar y mantener las conexiones sociales con su comunidad y sus redes sociales.

Es muy importante considerar que la mayoría de las personas mayores desean envejecer en el lugar donde viven y en su entorno habitual, incluso cuando presentan un grado de dependencia moderado o grave. Por lo tanto, parece adecuado que el modelo de cuidados deba tener como base el ámbito comunitario.

La vivienda como concepto y como paradigma se reconoce como solución al hábitat de las personas cuando envejecen y también al espacio de los cuidados de larga duración. El diseño interior y el entorno cercano y comunitario son determinantes para que este modelo sea realmente eficaz, siempre que exista un sistema sólido  de provisión de apoyos y cuidados domiciliarios.

  1. DEPENDENCIA Y CUIDADOS DE LARGA DURACIÓN.

Cerca del 90% de las personas de nuestro país desean envejecer en sus hogares y entornos, por lo que las políticas centradas en las personas deben respetar esta demanda y dotar en todos los territorios de los servicios básicos de proximidad como son el Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), la Teleasistencia y los Centros de Día.

En este sentido se propone:

  • Incrementar servicios y prestaciones de ayuda a domicilio que mejoren la calidad de vida de las personas mayores dependientes y sus familias.
  • Que el SAD sea un servicio básico, con estándares mínimos de calidad en todos los territorios, asequible a todas las personas, independientemente de su capacidad económica.
  • La teleasistencia domiciliaria debe ponerse a disposición de todas las personas mayores de cualquier edad que la necesiten. Debe ser un servicio gratuito para quienes carezcan de medios económicos, financiado en su integridad en el marco de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia.
  • Los Centros de Día constituyen una alternativa eficaz tanto para atender a las personas mayores en situación de dependencia como para servir de recurso de apoyo y orientación a las familias cuidadoras.
  1. ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y SALUDABLE.

La soledad no deseada se vive o se siente en todas las edades y en todas las realidades económicas y sociales, aunque impacta especialmente en grupos de personas de más edad, especialmente en los mayores de 75/80 años.

En 2021 había 585.800 personas mayores de 85 años que vivían solas, de ellas 458.000 eran mujeres. Este grupo concentra los problemas más graves de soledad no deseada que aparecen en las personas de edad más avanzada, unido a una mayor fragilidad y una importante pérdida de redes familiares y de amistades.

A las soledades hemos de hacerles frente desde el conjunto de las políticas públicas con acciones transversales en las que se impliquen todas las áreas de gobierno local y autonómico, tal y como establece la Década del Envejecimiento Sostenible Saludable 2020/2030.

Importantísimas son: la vivienda, la sanidad, la educación a lo largo de la vida, los servicios públicos básicos, la cultura y los diseños de ciudades sin barreras físicas, sociales o culturales.

Entre otras acciones las siguientes:

  • Crear vínculos entre las personas en soledad y resto de la comunidad.
  • Analizar las necesidades relacionales y establecer apoyos prioritarios que favorezcan la autonomía personal y eviten la estigmatización.
  • Poner en marcha medidas de apoyo individuales y grupales, utilizando la gama de recursos y servicios comunitarios existentes, como oportunidades de socialización, que ofrezcan respuesta a las necesidades y demandas relacionales.
  • Facilitar el derecho a la formación a lo largo de toda la vida y a la participación valiosa en la comunidad. Ya no es suficiente el ser receptores de un ocio y consumo pasivos, sino que se busca participar en la creación de transformaciones culturales y sociales, ejerciendo el derecho a la participación social como sujetos activos y responsables que aportan valor.
  1. LUCHA CONTRA LA BRECHA DIGITAL.

Asegurar los derechos de las personas mayores en la sociedad digital implica un esfuerzo político, legislativo, económico, social, de diseño y de gestión en los avances de la digitalización cada vez más rápida y extensa.

Se deben impulsar los beneficios que suponen los avances tecnológicos para disfrutar de derechos y de una vida plena y participativa y evitar los riesgos de la vulneración de derechos de un uso discriminatorio y excluyente de una digitalización indiscriminada que puede dejar a muchas personas excluidas e indefensas.

Mientras las personas mayores no puedan manejar las herramientas digitales, se les debe garantizar el trato presencial personalizado y/o a través de un servicio telefónico gratuito y accesible.

Garantizar la accesibilidad universal a la Administración Electrónica, para que todas las personas mayores puedan relacionarse sin exclusiones con la Administración Central, Autonómica o Municipal por vis o medios digitales.

Para que todo ello sea posible, es necesario:

  • Promover medidas para afrontar la brecha digital existente entre las personas mayores.
  • Impulsar medidas de alfabetización digital delas personas mayores, entre ellas la formación, como parte del derecho a la educación a lo largo de la vida.

Por psoech

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