conducta autolítica
Abordar las conductas autolíticas debiera ser una de las prioridades de Salud Pública, ya que sus cifras son aterradoras: 10 suicidios consumados al día, uno de ellos de adolescentes, cada suicidio afecta a 4-6 personas del entorno y por cada suicidio consumado existen entre 7-12 casos de tentativas. Por otro lado, según los estudios realizados, la pandemia ha incrementado las consultas a urgencia.
Por José Luis Pedreira Massa, Psiquiatra y Psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. Psicopatología, Grado Criminología, UNED. Prof. Salud Pública, Grado Trabajo Social, UNED.
Por José Luis Pedreira Massa, Psiquiatra y Psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. Psicopatología, Grado Criminología, UNED. Prof. Salud Pública, Grado Trabajo Social, UNED.

En los últimos meses se ha incrementado la posición de exigir una prevención adecuada de las conductas autolíticas, que sea a nivel Estatal y que contemple a todos los sectores implicados. Abordar las conductas autolíticas debiera ser una de las prioridades de Salud Pública, ya que sus cifras son aterradoras: 10 suicidios consumados al día, uno de ellos de adolescentes, cada suicidio afecta a 4-6 personas del entorno y por cada suicidio consumado existen entre 7-12 casos de tentativas. Por otro lado, según los estudios realizados, la pandemia ha incrementado las consultas a urgencia.

Lo primero es aclarar algunos puntos capitales, con el fin de disminuir, de forma activa, el estigma que acompaña a las conductas autolíticas. La primera modificación consiste en eliminar la creencia que el suicidio es un trastorno mental, el suicidio es una conducta que aparece en múltiples procesos mentales (cuadros depresivos, cuadros bipolares, cuadros de ansiedad generalizada con impulsividad, trastornos límites de personalidad, trastornos narcisistas de personalidad, entre otros).

El cambio terminológico hacia la denominación de conductas autolíticas, reconoce la variabilidad, elimina la predeterminación de una única forma de presentación y lo acerca a la realidad de aceptar las conductas en su diversidad.

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Visto de esta forma, las conductas autolíticas a contemplar son: ideación autolítica, conducta de autolesiones, conductas parasuicidas, tentativas autolíticas y suicidio consumado. En cada una de estas tipologías comportamentales por conductas autolíticas la propia OMS y otros autores y grupos de investigación internacionales (Rene F.W. Diekstra. WHO- Expertos UE-OMS-Europa sobre Suicidio Adolescencia, 2000) han elaborado unos criterios de inclusión y de exclusión para definirlas, por lo tanto, se huye de definiciones simples para incluir criterios que delimitan cada una de las conductas, tanto para contemplarlas como tales, como para reconocer otro tipo de conductas que no se corresponden con ellas.

Para establecer una política adecuada de prevención de las conductas autolíticas, es preciso comprender que no existe una sola causa, sino que es una realidad compleja en la que interaccionan varios factores. Entre ellos los más fundamentales son: Predisposición somática o factores de tipo constitucional; contexto socio-cultural y socio-económico (incluyendo la posibilidad de acceso a medios letales); entorno de las relaciones interpersonales más inmediato (familia, amistades); presencia o ausencia de posibles figuras que pudieran asumir el “rol de salvadores” en un momento dado (función del teléfono de ayuda) y las características personales (uso/abuso desinhibidores o la presencia de otro tipo de conductas más o menos marginales).

Por ello los programas de prevención se establecen con un periodo grande para su implementación, desarrollo y evaluación, un periodo de unos 5 años, así lo han hecho en UKCanadá Netherlands que han sido los programas preventivos más eficaces.

Albert Persaud (National Institute for Mental Health in England) sistematizó en seis metas los objetivos a conseguir con las actividades preventivas en las conductas autolíticas: Reducir el riesgo en los grupos de alto riesgo clave; promover el bienestar mental en la población adolescente; reducer la posibilidad de acceso a métodos letales de suicidio consumado; mejorar la información sobre las conductas autolíticas por parte de los medios de comunicación; promover líneas de investigación en las conductas autolíticas y en su prevención y, por fin, mejorar la monitorización de los datos existentes sobre conductas autolíticas, tanto a nivel nacional como internacional.

Se seguirá a diversos autores en la exposición de las actividades necesarias para la prevención de las conductas autolíticas (Albert Persaud, 2006; Rene F.W. Diekstra. WHO-Europe, 1992; J.L. Pedreira, 2019).

1. En el campo de la investigación es clave establecer un sistema de registro nacional e internacional, con el fin de obtener datos fiables de la incidencia de las conductas autolíticas. Para ello es fundamental obtener una definición uniforme y operativa acerca de los criterios de las diferentes conductas autolíticas (autoagresiones, conductas parasuicidas, tentativa autolítica y suicidio consumado). Una segunda acción fundamental consiste en realizar un registro adecuado de datos que sean útiles para realizar análisis y estudios epidemiológicos. La importancia de este registro está representado porque esos datos recolectados son útiles para programas de intervención y para evaluarlos, en este sentido es fundamental reconocer la importancia de los servicios de urgencia hospitalaria y de otros servicios sanitarios, con el fin de realizar un adecuado mantenimiento de estos sistemas de registro.

Otra acción fundamental consiste en el diseño de programas de investigación que sean investigaciones multicéntricas internacionales realizadas por equipos multidisciplinares. Con estos estudios se pueden desarrollar investigaciones de interacción entre los diferentes factores de riesgo (alteraciones mentales, uso de sustancias de abuso, como alcohol y otras drogas, factores biológico, del entorno y factores culturales), el diseño de investigación debe estar muy bien planificado con grupo control, así se podrá señalar las conductas más representativas y que deben ser comunicadas a la población general acerca de las conductas autolíticas.

2. Mejorar el funcionamiento de los servicios asistenciales de Salud Mental: Para ello es necesario incrementar la competencia profesional, desarrollando una adecuada formación e información en campos como la epidemiología de las tentativas de conductas autolíticas y de los factores de riesgo destacados en el conjunto de las conductas autolíticas, destacando de forma muy específica las poblaciones de mayor riesgo de presentar este tipo de conductas. El entrenamiento fundamental se dirige a las ténicas de entrevistas, tratamientos posibles, recomendaciones tras el alta y resaltar las funciones de la familia y las amistades, así como el método adecuado para realizar la derivación al servicio sanitario más pertinente para cada situación concreta.

Se hace necesario que la asistencia sanitaria tras el proceso suicidario sea mejor coordinada en todos los aspectos, para ello se debe prestar una asistencia directa en las situaciones de crisis, hacer una evaluación detenida sobre las conductas suicidas, lo que permitirá realizar un adecuado plan de tratamiento y abordaje, realizando una derivación adecuada a los servicios más pertinentes. En toda esta labor es fundamental incorporar los servicios clínicos de atención a la salud mental, sobre todo en las intervenciones en crisis, pero también facilitando el seguimiento continuado en los servicios comunitarios cuando el tratamiento agudo ha finalizado.

3. Otra línea fundamental consiste en la formación de los profesionales sobre las conductas autolíticas: En primer lugar, es fundamental incluir estos contenidos en los curriculum formativos del profesorado y de los servicios de orientación escolar de educación primaria, secundaria y bachiller. Se precisa incluir contenidos tales como factores de riesgo agudos y crónicos en la presentación de las conductas autolíticas, deben conocer los síntomas característicos de los procesos depresivos y de otras alteraciones mentales. También deben conocer los criterios y métodos para derivar a los servicios adecuados a los estudiantes que presentan estos factores de riesgo. Por todo ello es fundamental realizar formación en los patrones de la comunicación interpersonal, sobre todo para establecer y comprender las interacciones personales con sus alumnos.

4. El papel de los Servicios Telefónicos de emergencia y su potencial papel en la prevención de las conductas autolíticas: Aunque existen publicaciones con resultados contradictorios, parece que este tipo de servicios telefónicos pueden tener un gran valor de “salva vidas” si tienen un funcionamiento adecuado y son valorados en su justo punto. Para que su uso sea adecuado en la prevención de las conductas autolíticas, se precisa un entrenamiento y formación adecuada de los trabajadores y voluntarios que atiendan el teléfono. Es preciso que se incluya una relación programada con los servicios asistenciales y con los enlaces pertinentes con los profesionales de salud mental. Otro elemento a considerar consiste en realizar estudios de seguimiento de las personas que realizan conductas suicidarias que han contactado con los servicios telefónicos de emergencia.

5. El papel de los medios de comunicación en la prevención de las conductas suicidas: Se debe ejercer con gran prudencia la información sobre las conductas autolíticas en los medios de comunicación. Su labor consiste en informar y publicar noticias sobre actos suicidarios con contenidos controlados y no exagerados o alarmistas o sensacionalistas. Se puede cambiar esa forma de informar estableciendo debates con expertos profesionales en la conducta autolítica. En los libros de estilo de los medios de comunicación más importantes se señalaba que no era adecuado informar acerca de los suicidios, pero no fue óbice para que se publicaran noticias sobre todo si afectaba a gente conocida y, en casi todas las ocasiones, la forma de realizarlo no era muy pertinente. Por ello la Ministra Luisa Carcedo Roces convocó a asociaciones de periodistas, policía, bomberos familiares, supervivientes del suicidio, en la que tuve el placer de participar, el objetivo era constituirnos en grupo de trabajo para elaborar un manual de uso para informar, de forma rigurosa, en los medios de comunicación, eliminando el alarmismo y sensacionalismo y pudiera tener una derivación preventiva. Se adjunta el decálogo de la información elaborado.

Decálogo de recomendaciones para los profesionales de los medios de comunicación al informar sobre el suicidio (World Health Organization, WHO. Suicide prevention. Disponible en: https://www.who.int/health-topics/suicide#tab=tab_1)


1. Informar sí, pero con responsabilidad

• Seguir las recomendaciones establecidas.

• Subrayar que es un problema de salud pública.

• Se trata de visibilizar y sensibilizar sobre este problema para su prevención y erradicación del estigma.

• Respetar a las víctimas y a su entorno.

2. Alejarse del sensacionalismo:

En los últimos meses se ha incrementado la posición de exigir una prevención adecuada de las conductas autolíticas, que sea a nivel Estatal y que contemple a todos los sectores implicados. Abordar las conductas autolíticas debiera ser una de las prioridades de Salud Pública, ya que sus cifras son aterradoras: 10 suicidios consumados al día, uno de ellos de adolescentes, cada suicidio afecta a 4-6 personas del entorno y por cada suicidio consumado existen entre 7-12 casos de tentativas. Por otro lado, según los estudios realizados, la pandemia ha incrementado las consultas a urgencia.

Lo primero es aclarar algunos puntos capitales, con el fin de disminuir, de forma activa, el estigma que acompaña a las conductas autolíticas. La primera modificación consiste en eliminar la creencia que el suicidio es un trastorno mental, el suicidio es una conducta que aparece en múltiples procesos mentales (cuadros depresivos, cuadros bipolares, cuadros de ansiedad generalizada con impulsividad, trastornos límites de personalidad, trastornos narcisistas de personalidad, entre otros).

El cambio terminológico hacia la denominación de conductas autolíticas, reconoce la variabilidad, elimina la predeterminación de una única forma de presentación y lo acerca a la realidad de aceptar las conductas en su diversidad.

Visto de esta forma, las conductas autolíticas a contemplar son: ideación autolítica, conducta de autolesiones, conductas parasuicidas, tentativas autolíticas y suicidio consumado. En cada una de estas tipologías comportamentales por conductas autolíticas la propia OMS y otros autores y grupos de investigación internacionales (Rene F.W. Diekstra. WHO- Expertos UE-OMS-Europa sobre Suicidio Adolescencia, 2000) han elaborado unos criterios de inclusión y de exclusión para definirlas, por lo tanto, se huye de definiciones simples para incluir criterios que delimitan cada una de las conductas, tanto para contemplarlas como tales, como para reconocer otro tipo de conductas que no se corresponden con ellas.

Para establecer una política adecuada de prevención de las conductas autolíticas, es preciso comprender que no existe una sola causa, sino que es una realidad compleja en la que interaccionan varios factores. Entre ellos los más fundamentales son: Predisposición somática o factores de tipo constitucional; contexto socio-cultural y socio-económico (incluyendo la posibilidad de acceso a medios letales); entorno de las relaciones interpersonales más inmediato (familia, amistades); presencia o ausencia de posibles figuras que pudieran asumir el “rol de salvadores” en un momento dado (función del teléfono de ayuda) y las características personales (uso/abuso desinhibidores o la presencia de otro tipo de conductas más o menos marginales).

Por ello los programas de prevención se establecen con un periodo grande para su implementación, desarrollo y evaluación, un periodo de unos 5 años, así lo han hecho en UKCanadá Netherlands que han sido los programas preventivos más eficaces.

Albert Persaud (National Institute for Mental Health in England) sistematizó en seis metas los objetivos a conseguir con las actividades preventivas en las conductas autolíticas: Reducir el riesgo en los grupos de alto riesgo clave; promover el bienestar mental en la población adolescente; reducer la posibilidad de acceso a métodos letales de suicidio consumado; mejorar la información sobre las conductas autolíticas por parte de los medios de comunicación; promover líneas de investigación en las conductas autolíticas y en su prevención y, por fin, mejorar la monitorización de los datos existentes sobre conductas autolíticas, tanto a nivel nacional como internacional.

Se seguirá a diversos autores en la exposición de las actividades necesarias para la prevención de las conductas autolíticas (Albert Persaud, 2006; Rene F.W. Diekstra. WHO-Europe, 1992; J.L. Pedreira, 2019).

1. En el campo de la investigación es clave establecer un sistema de registro nacional e internacional, con el fin de obtener datos fiables de la incidencia de las conductas autolíticas. Para ello es fundamental obtener una definición uniforme y operativa acerca de los criterios de las diferentes conductas autolíticas (autoagresiones, conductas parasuicidas, tentativa autolítica y suicidio consumado). Una segunda acción fundamental consiste en realizar un registro adecuado de datos que sean útiles para realizar análisis y estudios epidemiológicos. La importancia de este registro está representado porque esos datos recolectados son útiles para programas de intervención y para evaluarlos, en este sentido es fundamental reconocer la importancia de los servicios de urgencia hospitalaria y de otros servicios sanitarios, con el fin de realizar un adecuado mantenimiento de estos sistemas de registro.

Otra acción fundamental consiste en el diseño de programas de investigación que sean investigaciones multicéntricas internacionales realizadas por equipos multidisciplinares. Con estos estudios se pueden desarrollar investigaciones de interacción entre los diferentes factores de riesgo (alteraciones mentales, uso de sustancias de abuso, como alcohol y otras drogas, factores biológico, del entorno y factores culturales), el diseño de investigación debe estar muy bien planificado con grupo control, así se podrá señalar las conductas más representativas y que deben ser comunicadas a la población general acerca de las conductas autolíticas.

2. Mejorar el funcionamiento de los servicios asistenciales de Salud Mental: Para ello es necesario incrementar la competencia profesional, desarrollando una adecuada formación e información en campos como la epidemiología de las tentativas de conductas autolíticas y de los factores de riesgo destacados en el conjunto de las conductas autolíticas, destacando de forma muy específica las poblaciones de mayor riesgo de presentar este tipo de conductas. El entrenamiento fundamental se dirige a las ténicas de entrevistas, tratamientos posibles, recomendaciones tras el alta y resaltar las funciones de la familia y las amistades, así como el método adecuado para realizar la derivación al servicio sanitario más pertinente para cada situación concreta.

Se hace necesario que la asistencia sanitaria tras el proceso suicidario sea mejor coordinada en todos los aspectos, para ello se debe prestar una asistencia directa en las situaciones de crisis, hacer una evaluación detenida sobre las conductas suicidas, lo que permitirá realizar un adecuado plan de tratamiento y abordaje, realizando una derivación adecuada a los servicios más pertinentes. En toda esta labor es fundamental incorporar los servicios clínicos de atención a la salud mental, sobre todo en las intervenciones en crisis, pero también facilitando el seguimiento continuado en los servicios comunitarios cuando el tratamiento agudo ha finalizado.

3. Otra línea fundamental consiste en la formación de los profesionales sobre las conductas autolíticas: En primer lugar, es fundamental incluir estos contenidos en los curriculum formativos del profesorado y de los servicios de orientación escolar de educación primaria, secundaria y bachiller. Se precisa incluir contenidos tales como factores de riesgo agudos y crónicos en la presentación de las conductas autolíticas, deben conocer los síntomas característicos de los procesos depresivos y de otras alteraciones mentales. También deben conocer los criterios y métodos para derivar a los servicios adecuados a los estudiantes que presentan estos factores de riesgo. Por todo ello es fundamental realizar formación en los patrones de la comunicación interpersonal, sobre todo para establecer y comprender las interacciones personales con sus alumnos.

4. El papel de los Servicios Telefónicos de emergencia y su potencial papel en la prevención de las conductas autolíticas: Aunque existen publicaciones con resultados contradictorios, parece que este tipo de servicios telefónicos pueden tener un gran valor de “salva vidas” si tienen un funcionamiento adecuado y son valorados en su justo punto. Para que su uso sea adecuado en la prevención de las conductas autolíticas, se precisa un entrenamiento y formación adecuada de los trabajadores y voluntarios que atiendan el teléfono. Es preciso que se incluya una relación programada con los servicios asistenciales y con los enlaces pertinentes con los profesionales de salud mental. Otro elemento a considerar consiste en realizar estudios de seguimiento de las personas que realizan conductas suicidarias que han contactado con los servicios telefónicos de emergencia.

5. El papel de los medios de comunicación en la prevención de las conductas suicidas: Se debe ejercer con gran prudencia la información sobre las conductas autolíticas en los medios de comunicación. Su labor consiste en informar y publicar noticias sobre actos suicidarios con contenidos controlados y no exagerados o alarmistas o sensacionalistas. Se puede cambiar esa forma de informar estableciendo debates con expertos profesionales en la conducta autolítica. En los libros de estilo de los medios de comunicación más importantes se señalaba que no era adecuado informar acerca de los suicidios, pero no fue óbice para que se publicaran noticias sobre todo si afectaba a gente conocida y, en casi todas las ocasiones, la forma de realizarlo no era muy pertinente. Por ello la Ministra Luisa Carcedo Roces convocó a asociaciones de periodistas, policía, bomberos familiares, supervivientes del suicidio, en la que tuve el placer de participar, el objetivo era constituirnos en grupo de trabajo para elaborar un manual de uso para informar, de forma rigurosa, en los medios de comunicación, eliminando el alarmismo y sensacionalismo y pudiera tener una derivación preventiva. Se adjunta el decálogo de la información elaborado.

Decálogo de recomendaciones para los profesionales de los medios de comunicación al informar sobre el suicidio (World Health Organization, WHO. Suicide prevention. Disponible en: https://www.who.int/health-topics/suicide#tab=tab_1)


1. Informar sí, pero con responsabilidad

• Seguir las recomendaciones establecidas.

• Subrayar que es un problema de salud pública.

• Se trata de visibilizar y sensibilizar sobre este problema para su prevención y erradicación del estigma.

• Respetar a las víctimas y a su entorno.

2. Alejarse del sensacionalismo:

• Especialmente en el caso de personas famosas.

• No vincular el suicidio con valores positivos (valor, amor) ni negativos (debilidad, culpa, pecado).

• Evitar las noticias sobre suicidios en portada y en la sección de sucesos. Al ser un problema de salud pública, encajan mejor en secciones como
sociedad o salud. También conviene titulares llamativos (ej. no incluir la
palabra “suicidio”, el método o el lugar).

• No dar cobertura repetitiva.

• No dar cobertura a actos públicos en memoria de personas que se quitaron la vida.

• No tratar las intervenciones de los servicios de emergencia (sanitarios, bomberos, policía) como actos heroicos ni dar la sensación de que estos se han jugado la vida por culpa de la víctima en crisis suicida. Mejor utilizar palabras como acoger o ayudar, antes que rescatar o salvar.

3. Cuidar el lenguaje

• Evitar expresiones como: “epidemia de suicidios”, “detener la propagación de suicidios”, “intento de suicidio exitoso/frustrado”, “cometer suicidio (asociado con crimen)”, “víctima de suicidio”, “persona propensa al suicidio”, “salida”, “opción”, “solución”.

• Utilizar en su lugar expresiones como: “suicidio”, “muerte por suicidio”, “quitarse la vida”, “intento de suicidio”, “persona con riesgo de suicidio”, “ayuda para prevenir el suicidio”.

• No usar un lenguaje que sugiera que es una conducta o respuesta normal o inevitable ante determinadas circunstancias complicadas o adversas.

• No utilizar la palabra suicidio en un lenguaje metafórico, como: “suicidio futbolístico”,”suicidio político”.

4. Cuantos menos detalles mejor

• No publicar datos personales (p.ej. nombre y apellidos).

• No ofrecer detalles del método empleado ni de las notas de suicidio.

• No incluir imágenes del lugar.

• Evitar imágenes de la familia y personas allegadas en duelo.

5. Aportar datos y testimonios fiables

• Utilizar datos de organismos oficiales: INE, OMS.

• Recurrir a profesionales de la salud mental, de los cuerpos de seguridad y de las entidades sociales dedicadas a la causa con experiencia en la materia para contextualizar la información.

• Evitar testimonios del vecindario, amistades y personas conocidas de la persona fallecida.

• Evitar juicios de valor.

• No vincular un suicidio con una causa o motivo concreto, porque es un fenómeno complejo y multifactorial.

• No simplificarlo o presentarlo como algo inexplicable o sin aviso previo.

• No especular sobre motivos o causas.

• Evitar estereotipos.

6. No simplificar una realidad compleja

• No vincular un suicidio con una causa o motivo concreto, porque es un
fenómeno complejo y multifactorial.

• No simplificarlo o presentarlo como algo inexplicable o sin aviso previo.

• No especular sobre motivos o causas.

• Evitar estereotipos.

7. Desmentir mitos y falsas creencias

• No es cierto que todas las personas que mueren por suicidio, o que lo intentan, sufren un trastorno mental. Este es un factor de riesgo frecuente, pero el hecho realmente común es el gran sufrimiento emocional.

• No es cierto que el suicidio sea un acto impulsivo que no se puede prevenir: en la mayoría de los casos hay signos previos de alerta (es importante darlos a conocer para facilitar su detección y avisar a los profesionales).

• La mayor parte de las personas que se quitan la vida no quieren morir: lo que quieren es liberarse de un sufrimiento que les resulta insoportable en un momento dado.

• No es cierto que el suicidio sea una forma de llamar la atención.

8. Informar con un enfoque positivo

• Incluir historias de superación de las conductas suicidas, como el testimonio de supervivientes.

• Poner el acento en la esperanza (hasta los problemas más difíciles se pueden superar con ayuda) y en la importancia de que las personas con ideas suicidas busquen apoyo, porque hay mucha gente (familiares, amistades, asociaciones, recursos de salud) dispuesta a dárselo.

• Los documentales y reportajes, en los que se trata la información en
profundidad, son formatos periodísticos que permiten un análisis más amplio y libre de las urgencias propias de un espacio informativo diario o de la reseña de un caso concreto.

9. Ofrecer información de ayuda

• En caso de emergencia, riesgo inminente o intento consumado: llamar al Teléfono 112.

• Ante señales de alarma: buscar ayuda en su entorno más cercano o en su centro de salud.

• Incluir referencias a información adicional de fuentes solventes y contrastadas que pueda ayudar a prevenir la conducta suicida.

• Se puede encontrar información fiable de ayuda en Internet en webs como: papageno.es ,
consaludmental.org , despresdelsuicidi.org/, redaipis.org

10. ¡Cuidado con las redes sociales!

• No mencionar ni identificar webs ni redes que promuevan o contengan un discurso favorable al suicidio, como foros prosuicidio o pactos de suicidio realizados en chats de Internet.

       
6. Los adolescentes: Un grupo especial

▪ Organizar la provisión de cuidados: Atención en los centros escolares, estableciendo una adecuada colaboración entre los servicios escolares con los servicios de salud mental, los servicios de atención primaria de salud, incluyendo a las figuras parentales en estas actividades. Se puede sugerir facilitar la atención de psiquiatras y/o psicólogos del centro de salud mental en el propio centro escolar.

▪ Si los adolescentes no acuden a la escolaridad, deben establecerse líneas especiales de intervención comunitaria, diseñando actividades que contemplen este marco de intervención.

▪ Es una prioridad incrementar las líneas de investigación en los centros de reclusión de adolescentes y otras instituciones de servicios sociales para infancia y adolescencia.

▪ Identificar y discutir la presencia de ideación suicida.

▪ Establecer planes de acción para pacientes con afecciones crónicas, con el fin de trabajar la aceptación de la presencia de esas afecciones crónicas. Incluir en ese trabajo aspectos de la calidad de vida, a pesar de tener esos procesos.

▪ Formar a los profesionales en técnicas de counseling, incluyendo la metodología adecuada para comunicar la derivación a los servicios especializados de salud mental de adolescentes.

▪ Abordar de forma decidida la prevención y la intervención precoz en el caso de abuso de alcohol y otras sustancias de abuso.

▪ Combatir todo contexto de acoso escolar y de ciberadicción y ciberacoso, con especial atención a la población LGTBI.

▪ Atención concreta y específica para los y las adolescentes que hubieran cometido alguna de las conductas autolíticas que constituyen un grupo de alto riesgo. Es fundamental identificar aquellas personas que poseen más factores de riesgo, tanto en asociación de varios como en gravedad de ellos.

Las políticas de prevención de las conductas autolíticas precisan tiempo para implementarlas y desarrollarlas, se acepta que, al menos, se precisan unos 5 años para tener los primeros resultados fiables. Estas líneas preventivas se van desarrollando de forma simultánea a varios niveles y se implantan de forma lenta, pero muy firme y con gran confianza en las tareas a desarrollar.

La evaluación de la eficacia debe ser de forma constante y continuada, para estableceracciones correctoras y/o de perfeccionamiento del diseño realizado. Metodológicamente sería adecuado establecer un tempograma de las acciones a desarrollar en cinco años.

Es clave aceptar que estas líneas de prevención son claves para desarrollar acciones específicas. No es tanto la cuestión de promulgar una ley, sino de poseer conocimientos científico-técnicos y voluntad política para desarrollarlas, entre otras cosas porque precisa una dotación presupuestaria adecuada y que se vaya actualizando.

Se podría sintetizar en hacer menos ruido, alarmar menos y establecer acciones decididas. Esperemos que se establezca pronto.  

• Especialmente en el caso de personas famosas.

• No vincular el suicidio con valores positivos (valor, amor) ni negativos (debilidad, culpa, pecado).

• Evitar las noticias sobre suicidios en portada y en la sección de sucesos. Al ser un problema de salud pública, encajan mejor en secciones como
sociedad o salud. También conviene titulares llamativos (ej. no incluir la
palabra “suicidio”, el método o el lugar).

• No dar cobertura repetitiva.

• No dar cobertura a actos públicos en memoria de personas que se quitaron la vida.

• No tratar las intervenciones de los servicios de emergencia (sanitarios, bomberos, policía) como actos heroicos ni dar la sensación de que estos se han jugado la vida por culpa de la víctima en crisis suicida. Mejor utilizar palabras como acoger o ayudar, antes que rescatar o salvar.

3. Cuidar el lenguaje

• Evitar expresiones como: “epidemia de suicidios”, “detener la propagación de suicidios”, “intento de suicidio exitoso/frustrado”, “cometer suicidio (asociado con crimen)”, “víctima de suicidio”, “persona propensa al suicidio”, “salida”, “opción”, “solución”.

• Utilizar en su lugar expresiones como: “suicidio”, “muerte por suicidio”, “quitarse la vida”, “intento de suicidio”, “persona con riesgo de suicidio”, “ayuda para prevenir el suicidio”.

• No usar un lenguaje que sugiera que es una conducta o respuesta normal o inevitable ante determinadas circunstancias complicadas o adversas.

• No utilizar la palabra suicidio en un lenguaje metafórico, como: “suicidio futbolístico”,”suicidio político”.

4. Cuantos menos detalles mejor

• No publicar datos personales (p.ej. nombre y apellidos).

• No ofrecer detalles del método empleado ni de las notas de suicidio.

• No incluir imágenes del lugar.

• Evitar imágenes de la familia y personas allegadas en duelo.

5. Aportar datos y testimonios fiables

• Utilizar datos de organismos oficiales: INE, OMS.

• Recurrir a profesionales de la salud mental, de los cuerpos de seguridad y de las entidades sociales dedicadas a la causa con experiencia en la materia para contextualizar la información.

• Evitar testimonios del vecindario, amistades y personas conocidas de la persona fallecida.

• Evitar juicios de valor.

• No vincular un suicidio con una causa o motivo concreto, porque es un fenómeno complejo y multifactorial.

• No simplificarlo o presentarlo como algo inexplicable o sin aviso previo.

• No especular sobre motivos o causas.

• Evitar estereotipos.

6. No simplificar una realidad compleja

• No vincular un suicidio con una causa o motivo concreto, porque es un
fenómeno complejo y multifactorial.

• No simplificarlo o presentarlo como algo inexplicable o sin aviso previo.

• No especular sobre motivos o causas.

• Evitar estereotipos.

7. Desmentir mitos y falsas creencias

• No es cierto que todas las personas que mueren por suicidio, o que lo intentan, sufren un trastorno mental. Este es un factor de riesgo frecuente, pero el hecho realmente común es el gran sufrimiento emocional.

• No es cierto que el suicidio sea un acto impulsivo que no se puede prevenir: en la mayoría de los casos hay signos previos de alerta (es importante darlos a conocer para facilitar su detección y avisar a los profesionales).

• La mayor parte de las personas que se quitan la vida no quieren morir: lo que quieren es liberarse de un sufrimiento que les resulta insoportable en un momento dado.

• No es cierto que el suicidio sea una forma de llamar la atención.

8. Informar con un enfoque positivo

• Incluir historias de superación de las conductas suicidas, como el testimonio de supervivientes.

• Poner el acento en la esperanza (hasta los problemas más difíciles se pueden superar con ayuda) y en la importancia de que las personas con ideas suicidas busquen apoyo, porque hay mucha gente (familiares, amistades, asociaciones, recursos de salud) dispuesta a dárselo.

• Los documentales y reportajes, en los que se trata la información en
profundidad, son formatos periodísticos que permiten un análisis más amplio y libre de las urgencias propias de un espacio informativo diario o de la reseña de un caso concreto.

9. Ofrecer información de ayuda

• En caso de emergencia, riesgo inminente o intento consumado: llamar al Teléfono 112.

• Ante señales de alarma: buscar ayuda en su entorno más cercano o en su centro de salud.

• Incluir referencias a información adicional de fuentes solventes y contrastadas que pueda ayudar a prevenir la conducta suicida.

• Se puede encontrar información fiable de ayuda en Internet en webs como: papageno.es ,
consaludmental.org , despresdelsuicidi.org/, redaipis.org

10. ¡Cuidado con las redes sociales!

• No mencionar ni identificar webs ni redes que promuevan o contengan un discurso favorable al suicidio, como foros prosuicidio o pactos de suicidio realizados en chats de Internet.

       
6. Los adolescentes: Un grupo especial

▪ Organizar la provisión de cuidados: Atención en los centros escolares, estableciendo una adecuada colaboración entre los servicios escolares con los servicios de salud mental, los servicios de atención primaria de salud, incluyendo a las figuras parentales en estas actividades. Se puede sugerir facilitar la atención de psiquiatras y/o psicólogos del centro de salud mental en el propio centro escolar.

▪ Si los adolescentes no acuden a la escolaridad, deben establecerse líneas especiales de intervención comunitaria, diseñando actividades que contemplen este marco de intervención.

▪ Es una prioridad incrementar las líneas de investigación en los centros de reclusión de adolescentes y otras instituciones de servicios sociales para infancia y adolescencia.

▪ Identificar y discutir la presencia de ideación suicida.

▪ Establecer planes de acción para pacientes con afecciones crónicas, con el fin de trabajar la aceptación de la presencia de esas afecciones crónicas. Incluir en ese trabajo aspectos de la calidad de vida, a pesar de tener esos procesos.

▪ Formar a los profesionales en técnicas de counseling, incluyendo la metodología adecuada para comunicar la derivación a los servicios especializados de salud mental de adolescentes.

▪ Abordar de forma decidida la prevención y la intervención precoz en el caso de abuso de alcohol y otras sustancias de abuso.

▪ Combatir todo contexto de acoso escolar y de ciberadicción y ciberacoso, con especial atención a la población LGTBI.

▪ Atención concreta y específica para los y las adolescentes que hubieran cometido alguna de las conductas autolíticas que constituyen un grupo de alto riesgo. Es fundamental identificar aquellas personas que poseen más factores de riesgo, tanto en asociación de varios como en gravedad de ellos.

Las políticas de prevención de las conductas autolíticas precisan tiempo para implementarlas y desarrollarlas, se acepta que, al menos, se precisan unos 5 años para tener los primeros resultados fiables. Estas líneas preventivas se van desarrollando de forma simultánea a varios niveles y se implantan de forma lenta, pero muy firme y con gran confianza en las tareas a desarrollar.

La evaluación de la eficacia debe ser de forma constante y continuada, para estableceracciones correctoras y/o de perfeccionamiento del diseño realizado. Metodológicamente sería adecuado establecer un tempograma de las acciones a desarrollar en cinco años.

Es clave aceptar que estas líneas de prevención son claves para desarrollar acciones específicas. No es tanto la cuestión de promulgar una ley, sino de poseer conocimientos científico-técnicos y voluntad política para desarrollarlas, entre otras cosas porque precisa una dotación presupuestaria adecuada y que se vaya actualizando.

Se podría sintetizar en hacer menos ruido, alarmar menos y establecer acciones decididas. Esperemos que se establezca pronto.  

Por psoech

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