Tribuna de Eva Granados, ponente del capítulo «Inclusión Social y Políticas de Bienestar».
EL SOCIALISTA, Nº 116
Eva Granados, vicepresidenta segunda del Parlamento de Cataluña y ponente del capítulo «Inclusión Social y Políticas de Bienestar».
EL SOCIALISTA, Nº 116
Debemos estar orgullosos por haber sido los más útiles a la sociedad para hacer realidad el Programa Máximo de nuestro fundador cuando proclamó la necesidad de convertir a los trabajadores y trabajadoras en “libres e iguales, honrados e inteligentes”. Pero después de sufrir dos profundas crisis económicas en poco más de una década, debemos ser los más exigentes con nosotros mismos para seguir siéndolo. Debemos abordar con valentía las transformaciones de nuestro Estado del Bienestar necesarias para asegurar la igualdad de oportunidades y que la vida sea, digna, segura y autónoma.
Impulsaremos un nuevo contrato social, un contrato con una acentuada mirada de futuro, concebido no sólo para reforzar la seguridad, la autonomía y la inclusión de los ciudadanos que la necesitan ya, sino también para anticipar las necesidades de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que vivirán en una sociedad distinta en la que hay que erigir nuevos marcos de generación de oportunidades, de protección y de bienestar.
En los países donde la socialdemocracia ha gobernado durante más tiempo, en los que los sindicatos de clase son fuertes y la concertación social hace posible las reformas, aquellos en los que se ha instaurado una hegemonía de principios y valores, el crecimiento se traduce en mayores cotas de igualdad y bienestar para todos y todas. Y ello retroalimenta el desarrollo. Se crece para repartir, pero también se reparte para crecer. Debemos incorporar plenamente en ese reparto a colectivos cuya protección no hemos sabido priorizar suficientemente, como las personas jóvenes, que muchas veces se han llevado la peor parte en períodos de crisis. Tenemos que completar un proyecto social en el que se han realizado extraordinarios avances, pero donde siguen existiendo lagunas a las que queremos dedicar especial atención en los próximos años, como sucede con las políticas de vivienda.
Las políticas de bienestar generan rendimientos sociales y económicos que todavía pocas veces se contabilizan y durante mucho tiempo se han ignorado. Gran parte del gasto que se destina a políticas de bienestar e inclusión debe considerarse, de manera inequívoca, como inversión. Inversión que capacita a la ciudadanía, propicia el desarrollo de sus talentos, la innovación y la productividad, previene la exclusión (y los costes sociales que acarrea), refuerza la salud de la población y su resiliencia frente a la adversidad y fomenta la participación social. Las inversiones sociales son una importante fuente de empleo de calidad, contribuyen a fijar población en zonas despobladas y a nivelar económicamente los territorios. También promueven la innovación tecnológica de sectores económicos cada vez más relevantes como son los dedicados a la atención social y sanitaria. Los y las socialistas debemos cobrar plena conciencia de estas nuevas potencialidades y promover el desarrollo de nuevos servicios sociales y una nueva organización social donde los cuidados no recaigan de manera naturalizada en las mujeres.
Fundamentaremos nuestro proyecto emancipador sobre un contrato social renovado, inclusivo y robusto, capaz de adaptarse a nuevos riesgos y necesidades en un mundo donde el crecimiento de la desigualdad supone una amenaza para la cohesión de nuestras sociedades. En la tercera década del siglo XXI, tras la pandemia de la covid19, las y los socialistas queremos seguir liderando la demanda y el logro de más justicia social de las clases trabajadoras, queremos seguir siendo los principales valedores de sus intereses y hacerlo con perspectiva feminista, mirada intergeneracional y equilibrio territorial, situando los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el frontispicio de un proyecto vivo.
La reflexión colectiva y los debates que nos llevan a las resoluciones congresuales, además de una expresión excepcional de nuestra democracia interna, suponen la actualización del proyecto que ofrecemos a la ciudadanía para seguir transformando nuestro país. Y ¿cuál es nuestro objetivo si no es la protección y ampliación del bienestar para que todas y todos podamos tener historias de vida plenas y gratificantes? Es la hora de incorporar el Bienestar y la Inclusión en el corazón de la política española en todos los niveles de gobierno porque está en el corazón de nuestros valores y porque no hay mejor inversión para nuestro futuro.