En la península se producen de manera cíclica periodos de fuertes sequía. En los últimos 60 años, España ha vivido tres periodos especialmente intensos. El ocurrido entre 1982 y 1984 fue uno de ellos. El déficit hídrico puso en jaque la solidaridad entre cuencas y la viabilidad del propio trasvase Tajo-Segura.
Una gran obra de ingeniería
En 1932, el entonces ministro de Obras Públicas de la II República, el socialista Indalecio Prieto encargó la elaboración de un Plan Nacional de Aprovechamiento de Aguas, en que se incluía el trasvase de la cuenca del Tajo a la cuenca del río Segura. Su desarrollo se llevó a cabo durante la dictadura y su puesta en marcha se produjo en plena transición democrática.
El trasvase Tajo-Segura es una de las obras de ingeniería hidráulica más grandes de España. Por sus conducciones se deriva agua del río Tajo desde los embalses de Entrepeñas y Buendía al río Mundo, afluente del río Segura. Es una infraestructura que pone a prueba la solidaridad entre cuencas en tiempos de sequía.
Según la Agencia Estatal de Meteorología, la sequía de febrero de 1982 a noviembre de 1984 no tuvo una duración tan extraordinaria como otras, pero sí afectó a una gran extensión y a las grandes cuencas. Este fenómeno natural, relacionado con la variabilidad climática, tiene en el cambio climático un factor potencialmente determinante. De hecho, el caudal del Tajo ha bajado un 12% desde 1980 por esta razón.
El trasvase de la ira
En su edición del 6 al 12 de julio de 1983, El Socialista en su página 26, registró la polémica surgida en torno al trasvase Tajo-Segura. La controversia tuvo su origen en en la escasez de recursos hidráulicos que afectó a gran parte del territorio español. La sequía tuvo una especial gravedad en muchos pueblos de las provincias de Ciudad Real y Cáceres, donde en algunos lugares faltó agua no sólo para el riego de tierras, sino también para el consumo humano.
El reportaje cuenta cómo parlamentarios castellano-manchegos del PSOE exigieron la regulación del volumen del trasvase de una forma que no perjudicase los regadíos castellano-manchegos y que respetase el principio de voluntariedad que la ley reconocía. Aseguraban que se estaba trasvasando agua fuera de la legalidad, ya que en aquel momento no había excedentes en la cuenca del Tajo.
En el recuadro de la página 27 comenta el semanario cómo en aquel momento 1.300.000 españoles padecían algún tipo de restricción de agua. “De ellos, 284.478 vieron limitado el suministro del vital líquido durante varias horas al día, con especial gravedad en 52 poblaciones que recibieron el agua mediante cisternas. Hasta ese momento el mes de junio había sido el más seco y caluroso desde 1974.
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