APROBAR Y/O APRENDER

“Evaluar” en la formación básica desde el enfoque competencial

Por Concha Pérez Pérez
Asesora de Ordenación Académica del  Ministerio de Educación.

Los mecanismos más potentes de la evaluación no residen solo en los cambios directos que aquella induzca sobre el alumnado sino,  sobre todo, en los cambios indirectos que promueve sobre los profesores – en cuanto a  sus metodologías y a sus procedimientos- y que inciden, a través de estos, sobre sus alumnos.

John Hattie (2009)

Hablar o escribir de evaluación en educación implica inevitablemente moverse en un espacio que se organiza a distintos niveles. Va desde la evaluación de los procesos enseñanza- aprendizaje de los alumnos y  alumnas, hasta las evaluaciones generales y de diagnóstico del sistema educativo. Si bien, todos estos niveles están interrelacionados, retroalimentándose entre sí porque el objetivo común es la adquisición de las competencias por parte del alumnado, mi intención es centrarme en la evaluación cotidiana, la del día a día que se lleva a cabo en las aulas con todos los niños y niñas. La que denominamos evaluación del proceso de aprendizaje en la formación básica. Si en esta se avanza y se mejora, en los otros niveles, simplemente se constatará que los caminos están bien trazados y cimentados. No obstante, apunto, a modo de boceto, en relación a las pruebas externas y de diagnóstico,una observación que ya se viene escuchando en distintos foros hace tiempo. Foros  vinculados a experiencias innovadoras quesolicitan que estas pruebas de carácter externo y diagnóstico deberían revisar los modelos, incluso la metodología empleada, si quieren ser consecuentes con su propósito. Existe consenso entre los especialistas en evaluación de que las pruebas escritas son un instrumento poco efectivo para  medir la adquisición de competencias, si a ello le sumamos que el modelaje en el tipo de propuestas, en el que se entrena al alumnado, influye mucho en su resultado, la confusión está servida, sobre todo en las primeras edades.

Alfredo tiene 11 años, cuando termino de hacer la prueba escrita de la evaluación diagnóstica de 6º me dijo muy serio:

 -Yo soy muy bueno preparando encuestas y contando a mis compañeros el tema que he preparado. También sabes que me gusta hacer preguntas y respeto el turno en la asamblea…pero la redacción creo que no me ha salido bien. ¿Crees que suspenderé?

Es conveniente explorar  propuestas alternativas a los ejercicios escritos, o al menos revisar el diseño de los mismos. Propuestas que consideren la aplicación del conocimiento en vez de la memorización de conceptos, que propicien la resolución de  problemas que se plantean en la vida real: situaciones de viaje, compra, domésticas, económicas, etc.

Lo cual se puede trasladar y aplicar igualmente a la batería de propuestasescritas que se utilizan habitualmente en las aulas. Además no olvidemos quelas cuestiones que se proponen a los alumnos para calificarlos marcan los contenidos y la metodología de nuestra enseñanza.

Aquellos momentos en los que se descubre conquistando nuevos retos, aceptando pequeños o grandes desafíos y afrontando el error como una oportunidad maravillosa para ser mejores

Dicho lo cual, continúo con el verdadero interés que me lleva a compartir en este espacio, las consideraciones que me brotan de todas aquellas vivencias que han ido puliendo mi vocación de maestra en la enseñanza básica. Vivencias jalonadas de encuentros y desencuentros, de pasos atrás y adelante, de decepciones y certezas, de torpezas y destrezas,  de errores y aciertos, de dudas y convicciones, pero sobre todo de una confianza esencial en el poder de la infancia siempre, y especialmente en aquellos momentos en los que se descubre conquistando nuevos retos, aceptando pequeños o grandes desafíos y afrontando el error como una oportunidad maravillosa para ser mejores. Momentos que definen para mí, el concepto de  evaluación del aprendizaje.

Así es como, mirando a la enseñanza básica en nuestro país, se me ofrece como urgente una reflexión teórica sobre la evaluación, que se sustente en la experiencia de muchas buenas prácticas, reconocidas algunas, y otras muchas que se han ido abordando desde el silencio y el anonimato, pero que han dado frutos, muchos y muy buenos frutos.

Es urgente porque la evaluación del aprendizaje es la columna vertebral  del proceso formativo por las consecuencias e implicaciones que tiene para el alumnado, sus familias, los docentes, el sistema educativo y la sociedad. Evaluar es cerrar los círculos de los procesos de aprendizaje. Es dotar de sentido a la actividad educativa, es, en suma, dar credibilidad a toda la labor desarrollada con y para los alumnos desde todos los frentes que la configuran.

Elías, que tiene 12 años, al entregar el trabajo de investigación sobre el espacio, que había llevado a cabo con otros cuatro compañeros, hizo la siguiente observación: Creo que voy a seguir buscando más información sobre este tema, porque puede que descubra soluciones a los problemas del futuro de la humanidad.

Apremia también abordarlo desde nuestro presente, y ante la expectativa del nuevo currículo, que implica un modelo de evaluación del alumnado centrada en la evaluación de los procesos y de las competencias. Si no queremos que la confusión y la incertidumbre sean el signo distintivo que determine la actitud docente para su acogida, es preciso atender al capítulo de la evaluación poniendo el acento en su intención última, que es la retroalimentación de todo el proceso de aprendizaje, haciéndole más enriquecedor, creativo, satisfactorio y sobre todo más  fácil. Si, la buena evaluación facilita la labor del hacer educativo, porque ella es la brújula que orienta el camino a seguir para no perdernos u olvidar cual es el destino. Ella ha de ser la hoja de ruta y el cuaderno de bitácora a la vez. Con ella se registrarán los datos de lo acontecido, incluso comporta un relato de la experiencia y es el paso a paso de cómo debe llevarse a cabo un proceso, objetivo, programación o aplicación de medidas precisas.

¿Por qué y para qué evaluar?

         El enfoque competencial actual que dará luz verde al nuevo currículo bebe de la hipótesis epistemológica del  socio constructivismo. Hipótesis según la cual unan persona construye conocimientos a partir de lo que ya conoce y que  el sentido de ser de la escuela es preparar para la vida. Por todo ello me gustaría con la intención de contextualizar y aprovechando la ocasión,  enunciar algunos principios pedagógicos que subyacen al enfoque de competencias y por ende en el de la evaluación del aprendizaje:

  • El propósito central escolar es el desarrollo de competencias.
  • El provocar un aprendizaje relevante demanda implicar activamente al alumno en su proceso de aprendizaje.
  • El desarrollo de competencias requiere centrarse en situaciones reales y proponer actividades auténticas.
  • La organización del tiempo y el espacio ha de ser flexible y creativa.
  • El aprender en situaciones de incertidumbre y cambio permanente es una condición para el desarrollo de competencias básicas.
  • Las estrategias didácticas más relevantes son la preparación de entornos de aprendizaje y la cooperación entre iguales.
  • El aprendizaje relevante requiere estimular la meta cognición, la capacidad para comprender y manejar el propio proceso de aprendizaje.
  • Brindar un entorno seguro y cálido en el que niños y niñas se sientan libres y confiados para experimentar, equivocarse y volver a intentar.
  • La evaluación será necesariamente formativa y la función del docente, planificar, acompañar, evaluar y reconducir los procesos de aprendizaje de los alumnos y alumnas

Desde estos principios pedagógicos podríamos preguntarnos ¿por qué evaluar en la enseñanza básica? y ¿al servicio de quien está la  evaluación que practico como maestro y como maestra en nuestras aula? Y a la vez encontrar respuestas honestas que también nos darían pistas sobre  si la evaluación del proceso, guarda alguna posibilidad de contribuir a enriquecer los logros de aprendizaje de sus alumnos, al margen o ” además de”  las exigencias que nos solicita la administración.

Por eso el profesorado necesita referentes teórico-metodológicos y prácticos claros que le sirvan a modo de anclaje al cual asirse. La evaluación del aprendizaje, es un elemento fundamental del currículo que merece la debida atención por parte de los diseñadores e impulsores del cambio.Es preciso dar  claridad  respecto a cómo valorar las distintas competencias (claves, específicas, transversales…) además de formatos y guías con indicadores a evaluar.

Igualmente sería muy interesante el desarrollo de materiales alusivos a la evaluación que procuraran evitar las siguientes debilidades:

  • Una visión reduccionista e instrumental de las competencias, inspirada en una perspectiva cognitivo-conductual más que nada.
  • Aludir a contextos, situaciones y ejemplos que no siempre encajan bien en la realidad de la escuela actual.
  • Opacidad conceptual, bien pos su densidad de significado o por cantidad de terminología nueva que pueden llegar a ser verdaderos obstáculos en la práctica.

Hay que transitar de una evaluación del aprendizaje a una evaluación para aprender. Se trata de una evaluación que considera la complejidad del aprendizaje; por tanto, prevé distintos contenidos y los valora empleando diversas técnicas e instrumentos, así como diversas modalidades de evaluación: auto-evaluación, coevaluación y heteroevaluación.

Las diversas formas de evaluación deberían basarse en:

  • Presentación de trabajos sobre la planificación y realización de un proyecto.
  • Carpeta de trabajo personal o portfolio
  • Resúmenes de explicaciones y preparación para ser expuesto y compartido.
  • Búsqueda, comprensión y selección de información relevante de diferentes fuentes para dar respuesta a dudas, interrogantes o problemas.
  • Análisis de problemas de incidencia e interés social, predicción de su evolución y aplicación del conocimiento en la búsqueda de soluciones a situaciones concretas.
  • Pruebas escritas de cuestiones  cuya respuesta exige relacionar conocimientos aplicándolos al análisis de situaciones novedosas

En definitiva, será una evaluación satisfactoria, que reconoce y confía en la capacidad del alumno para aprender y, además, le comunica esta confianza en la interacción cotidiana.

Al terminar una tarea de búsqueda de información sobre las características físicas y cuidados de las mascotas de algunos compañeros y compañeras de Luís que tiene 7 años, se acercó para decirme: ¡¡Qué bien me lo he pasado, aunque no tengo mascotas he aprendido como hay que cuidarlas cuando si la tenga!!!!

Algunas de estas técnica se instrumentos (trabajo por Proyectos,  que parecen apropiados para la valoración de las competencias, no son propuestas novedosas de evaluación. Su empleo en la educación viene de atrás. Aparecieron en la escena pedagógica desde hace más de un siglo, por ejemplo, el «Método de proyectos», que germinó con el movimiento de la denominada «Escuela nueva» o «Escuela activa» y que surgió en Europa a finales del siglo XIX. No obstante, la vigencia y resurgimiento de algunos de ellos responde a un viejo anhelo de la pedagogía: acercar la escuela a la vida real.

Hoy todos estos recursos son respuestas coherentes y eficaces a la necesidad que un  currículo por competencias pide en cuanto a las concepciones y prácticas de evaluación del aprendizaje por parte de los docentes. Las competencias necesitan tiempo para ejercitarse para alcanzar el nivel de desarrollo satisfactorio. Este tiempo conlleva necesariamente reducir los contenidos del currículo, eligiendo los esenciales. Como dice Andreas Scleicher director del área educativa de la OCDE  “España debería enseñas menos cosas, pero de forma más profunda”. Por otra parte la evaluación de las competencias no es una medición exacta de su logro pleno por parte del alumnado.  Será una aproximación al grado de dominio de aprendizajes alcanzado en un momento determinado, que podría ser la etapa educativa (primaria y secundaria).

La evaluación del proceso educativo eficaz y coherente precisa de la determinación sin fisuras por el trabajo en equipo.

Ahora bien la utilización de estos recursos o herramientas ha de ser consensuada, y asumida en equipo. La unicidad y el acuerdo han de orientar toda la práctica evaluadora si no se quiere caer en una especie de reino de Taifas que provoca confusión en el alumnado y en las familias. Con ello entramos en un capítulo muy importante.

En el enfoque competencial todos los modelos que contemplen la posibilidad de trabajo en equipo, así como toda estructura curricular que abra la posibilidad a la agrupación de materias por ámbitos y que favorezcan enfoques multidisciplinares, sumarán a su favor. El trabajo por ámbitos, las coautorías, los proyectos interdisciplinares, las observaciones,…etc. en las que se implican distintas, áreas, asignaturas, espacios y  tiempos, planes, proyectos, programas facilitan  procesos de evaluación compartidos, muy enriquecedores en sí mismos. Por ello es preciso incentivar y promover todo tipo de iniciativas que vayan en esta dirección.

La codocencia, con dos o más profesores haciéndose cargo de varios grupos de alumnos implica aunar capacidades y fortalezas de cada profesor, favorece el clima de convivencia del alumnado, y  supone un gran apoyo para la atención a la diversidad del alumnado permitiendo una evaluación más contrastada y consistente de los procesos de aprendizaje.

Cuando en el patio me encontré a Cristián de 8 años  y le pregunté qué tal va todo, me dijo con una sonrisa:
 Hoy la profe Susana se ha sentado conmigo en clase y he aprendido todo muy bien  (Susana es el apoyo de compensatoria) 

La evaluación de procesos para la adquisición de conocimientos se materializa, considero desde la práctica educativa, en dos documentos que habrán de ser los canales fiables y testigo de dichos procesos: los informes de evaluación y los boletines informativos.

Los dos documentos son también l evidencia de un buen trabajo en equipo, en ellos se contienen, de forma más o menos concisa el cierre del proceso que son los criterios de calificación. El equipo docente por el que transitará el alumno o alumna, tiene que compartir coordenadas comunes en la concepción del informe de evaluación, documento en el que todo adquiere coherencia y garantiza un adecuado seguimiento en el desarrollo de los niños y niñas.

Este informe se irá completando a lo largo de toda la ruta escolar que recorrerá cada niño y cada niña y será testigo de todo el proceso.

Por otra parte los boletines informativos recogen el “valor“ final para la calificación, que necesariamente responderán a unos criterios que habrán sido consensuados y reconocidos por el equipo docente, el alumnado y las familias.

La calificación es para la evaluación la evidencia de lo que se trabaja y aprende. El alumnado debe conocer también los instrumentos de evaluación para confiar en la información que esa calificación le aporta, y en la que también puede participar.

Cuando le pregunté a Sofía que acaba de cumplir 9 años, que le parecía la nota de su ejercicio escrito, me dijo –Gracias. A lo que le contesté – ¿Por qué me das las gracias?. –Porque como escribo muy despacio no me dio tiempo a escribir todo lo que sabía… y por eso creo que me has puesto la nota un poco mejor para que no me desanime.

Dar sentido y poder aplicar lo que saben

El enfoque competencial del nuevo currículo, cuyo objetivo primordial es que los alumnos no se limiten a reproducir lo que saben, sino a darle sentido y a poderlo aplicar, precisa de un planteamiento de evaluación que sea acorde en su fundamentación y en la metodología que conlleve.

Si el enfoque competencial concibe el mayor éxito de la escuela como el ofrecimiento de estrategias y actitudes al alumnado, para que cada día puedan aprender y reaprender cuando el contexto cambia, la evaluación supone el mayor desafío del enfoque competencial que se pretende acometer.

Kautar tiene 6 años y cuando le pregunté a final de curso que era lo que más le había gustado me contestó muy seria, después de pensarlo un rato:
Seño, lo que más me ha gustado ha sido que ahora se dónde viven mis abuelos y como puedo ir a visitarlos.

Además, si queremos que la evaluación dote de significado coherente al planteamiento curricular que vehicula el aprendizaje por competencias, habrá que asumir como evaluar el aprendizaje.

Un aprendizaje que desde la actual sociedad del conocimiento no solo se limita a adquirir conocimientos sino sobre todo a generarlos. Nuestro alumnado accede a tanta información y tan diversa que ya el acento no está en adquirir sino en elaborar. El cómo evaluar ha de partir de esta premisa explorando alternativas eficaces y consecuentes.

Ahora bien, considero que puede ser clarificador comenzar subrayando una serie de aspectos, hoy indiscutibles a la luz de la normativa y la experiencia profesional, que definen los procesos de  evaluación en educación a nivel general, es decir en todas las etapas educativas:

      –  Global

      Refiriéndose al conjunto de capacidades expresadas en los objetivos generales, atendiendo a las tres dimensiones de las competencia: cognitiva (conocimientos), instrumental (destrezas) y actitudinal (actitudes).

         – Se ocupara de procesos y aprendizajes.

La propuesta evaluadora debe superar una visión limitante que ha dominado el ámbito de la evaluación educativa, caracterizada por un afán excesivo por medir los productos de aprendizaje descuidando los procesos, centrada en el profesor como protagonista del proceso enseñanza-aprendizaje; que emplea escasos instrumentos (pruebas escritas); homogeneizadora, dado que no considera los distintos ritmos y estilos de aprendizaje, entre otros rasgos. Una evaluación con estas características resulta contraproducente para una formación por competencias, ya que el desarrollo y la adquisición de éstas demandan una participación activa y comprometida del alumno con su propio aprendizaje.

   – Formativa

Dotará de una información continuada, que propiciará la mejora de procesos y resultados de la intervención educativa. Definida como un proceso continuo en el que acontecen unos momentos significativos (inicial, continua y final) del proceso de aprendizaje: programación, acciones y tareas que lo facilitan y  valoración de los resultados. Se concretará en informes y boletines con el fin de recoger de forma sistemática y objetiva en la interpretación subjetiva, todo lo que se va descubriendo día  a día, para buscar alternativas de mejora . Esta será la se facilitará a la familia.

    – Atenderá a la diversidad del alumnado

Identificando, analizando y valorando los procesos de desarrollo individual, así como los aprendizajes adquiridos, siempre en función de las características de cada uno de los niños y niñas, identificando sus posibilidades, dificultades, logros y carencias.

    – Versátil

Utilizando diversos tipos, estrategias, instrumentos, técnicas y recursos, haciéndola más asequible, atractiva, aguda y exacta.

    – Criterial

En base a lo cual utilizará como referentes los criterios de evaluación con una serie de indicadores para observar y constatar la ejecución de tareas concretas, determinando distintos niveles de logro. Teniendo en cuenta las características individuales de contexto.

    – Canal de información para las familias

Desde el que se comparta la visión de aprendizaje de los hijos e hijas así como el enfoque de evaluación.

                  La calificación es una parte necesaria para dotarde sentido numérico o lingüístico a toda una acción. 

Desde estas coordenadas generales, se puede afirmar, como dice Neus Sanmartí, que en la educación básica,la evaluación sirve para aprender. Incluso a mí me gusta ir un poco más allá: Aprender es su única función. Si consiguiéramos ver esto, todo lo demás sería mucho más fácil. Evaluar para aprender implica que no se debe confundir evaluación con calificación, que debemos ser conscientes de la realidad diversa de los alumnos y que debemos, como docentes, renunciar al poder coercitivo que muchas veces posee. Huir también  de la rústica noción de evaluación del aprendizajeen la que la subjetividad se confunde con arbitrariedad. La cultura del número, de la nota, nos ha encajonado a todos y todas en una práctica obsesionada por la objetividad. En aras de una loable intención de “justicia académica” el docente se ha  distanciado de una mirada comprensiva, lúcida y educadora. La calificación es una parte necesaria para dotar de sentido numérico o lingüístico a toda una acción. Además, las niñas y los niños necesitan sentirse valorados, la valoración proviene de la evaluación, cuya evidencia más palpable es la calificación. Nadie lo pone en duda, ahora bien, sin hacer de ella la experiencia fundante de todo el proceso, o la aduana en la que pasa o se queda.  La calificación no es descriptiva, es enunciativa y concisa. Por ello en la enseñanza básica es imprescindible que se conciba como un dato más, y no como una resolución finalista.

 En una junta de evaluación de final de curso, la tutora de 4º,  que no impartía las matemáticas en su grupo, interina desde el mes de enero del presente curso dijo algo desesperada, al final casi de la reunión, dijo a todo el equipo docente: Adela es una niña muy tímida pero muy trabajadora y responsable para su edad. Tiene en conocimiento del Medio y en Lengua un 7 y un 8. Ha hecho las gráficas del clima y de población y ha calculado con soltura unos problemas sencillos que surgieron a cuenta de la excursión de final de curso, en relación al dinero recaudado y las actividades que se podían hacer. No sé si deberíamos debatir un poco sobre ese 3 de matemáticas. 

La arbitrariedad es producto de una falta de criterio. Por eso, los criterios de calificación deben estar en consonancia con las orientaciones metodológicas y los procedimientos de evaluación, reiterando lo anteriormente dicho. El alumnado debe conocerlos y construirlos en consenso. Dichos criterios se concretaran en instrumentos de evaluación, como las listas de control o rúbricas,  que otorgarán una valoración en forma de calificación a cada unidad propuesta en la programación (unidad didáctica, situaciones de aprendizaje, tarea, ejercicio, trabajo individual o colectivo…) lo que le dotará de sentido dentro de la programación.

Así es como siendo importante los resultados, en educación, lo son más los procesos. Procesos que describe muy bien el didacta de las matemáticas Fernández Bravo:procesos que permitan comprender las preocupaciones, intereses, y necesidades de los que aprenden, despertar curiosidad, ilusión y pensamiento crítico; provocar sonrisas y suscitar la inquietud por crear algo siendo conscientes de ello. Permitirles que utilicen los dos hemisferios cerebrales, que dialoguen con el universo y que practiquen con el mundo, haciendo uso de: la claridad, el empeño, el trabajo y el amor.

La evaluación de proceso de aprendizaje exige una permanente revisión, valoración y por ende evaluación de los proceso de enseñanza

La Educación de los procesos para la adquisición del conocimiento hoy, significa empoderar el aprendizaje como acto humano que imprime confianza en el alumnado, en los profesionales de la educación y en las familias. Si la evaluación es el gesto de la valoración, con todo lo que ello implica, entones podemos afirmar que conlleva en si misma, el progreso escolar individual y colectivo.

Ahora bien la evaluación de proceso de aprendizaje exige una permanente revisión, valoración y por ende evaluación de los proceso de enseñanza que se fijará en una serie de indicadores como el  diseño de programaciones y unidades didácticas; al adecuación a los objetivos generales de centro y a las peculiaridades del alumnado; secuenciación y selección de contenidos y actividades  adecuados a las fortalezas, capacidades, preguntas y experiencias previas del alumnado que se adapten  los distintos estilos y ritmos de aprendizaje de alumnos y alumnas;propuesta de criterios metodológicos coherentes con los principios psicopedagógicos de la etapa y que cuiden el clima y relaciones en el centro y aula; la organización de tiempos, espacios y recursos materiales así como la coherencia en los criterios de calificación, instrumentos que se aplican y l adecuación de las medidas de adaptación curricular.

En la CCP del segundo trimestre, Rosario que lleva ejerciendo más de 25 años en el centro,  hizo una observación que nunca he podido olvidar: Los niños y niñas aprenden fundamentalmente no lo que les enseñamos, sino como les enseñamos, que tiempo invertimos en ellos, donde estamos con ellos, con qué medios… paró un momento y añadió, y sobre todo si nos gusta aquello que queremos ofrecerles. 

Tal vez Rosario dio en la diana, la evaluación de los procesos de aprendizaje en la enseñanza básica si quiere ser eficaz y satisfactoria debe partir de un posicionamiento de los docentes, en los que la honestidad, la gratitud y la capacidad de disfrute estén servidos, dando luz verde a técnicas procedimientos y recursos innovadores, o que no lo son tanto, para seguir avanzando en esta dirección.

CONCHA PÉREZ PÉREZ. Asesora de Ordenación Académica del Ministerio de Educación

Por psoech