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39 años atrás, el 28 de octubre de 1982, España celebró unas elecciones históricas en las que el PSOE logró, con Felipe González como candidato, el primer gran triunfo socialista de la democracia moderna de nuestro país.

El Socialista número 123

La jornada electoral, una de las más recordadas de la historia socialista y de la democracia, estuvo marcada por una participación del 79% del censo electoral. Tras el conteo, el proyecto de cambio del líder socialista convirtió a Felipe González en el tercer presidente de nuestra democracia. 

España por el cambio! 

La imagen de Felipe González asomándose al balcón de la suite 110 del madrileño Hotel Palace se convirtió en el símbolo de la ilusión de cambio y el progreso de todo un país. Una ilusión que mantuvo durante cuatro períodos legislativos al PSOE, el periodo más largo que un presidente ha estado en la Moncloa. 

Con el lema “Por el cambio”, la victoria socialista resultó ser más contundente de lo esperado, gracias a una masiva participación que dejó más de diez millones de votos a favor. Por detrás, la segunda fuerza más votada, fue Alianza Popular AP y el Partido Demócrata Popular PDP, coalición de Manuel Fraga. 

Unos meses después la UCD se auto-disolvería 

Ante las dificultades del partido en el Gobierno y su imposibilidad para continuar, el presidente Calvo-Sotelo se vio forzado a convocar elecciones anticipadas. El gobierno de Calvo Sotelo no logró sacar adelante la crisis interna de UCD. Tras los comicios, la Unión de Centro Democrático terminó desapareciendo víctima de las luchas internas, siendo reemplazada por Alianza Popular, formación política predecesora de lo que sería el Partido Popular. 

Los últimos años del Gobierno de centro fueron muy complejos. En 1979 sufrió una Moción de Censura presentada el PSOE, que en la oposición perdió en la Cámara, pero que representó un triunfo en las calles, al conseguir que el electorado identificara al líder socialista como la persona que debía aglutinar la gran esperanza de todos los españoles. 

En 1981 el presidente Adolfo Suárez, acosado por la crisis económica, sanitaria, el terrorismo de ETA y la crisis interna del partido, anunció su intención de dimitir. Durante el proceso de investidura de Calvo-Sotelo, que le sucedió, el 23 de febrero irrumpieron en el Congreso de los Diputados un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Antonio Tejero, un golpe de Estado que se preparó durante meses y que fracasó rotundamente, un mal comienzo de una breve presidencia. Un año más tarde, la convocatoria electoral produciría uno de los momentos más esperanzadores de nuestra democracia. 

Triunfo histórico del pueblo 

El Socialista, entonces publicación semanal y en formato de revista, dedicó la totalidad de sus páginas al triunfo del PSOE en las elecciones generales del 28 de octubre. Publicado el 3 de noviembre, el editorial titulado “Triunfo histórico del pueblo” destacó la enorme participación en la jornada electoral, sobre la que afirmó que el pueblo español «había respondido con casi diez millones de votos al mensaje de cambio propuesto por los socialistas», que había enarbolado durante la campaña electoral, destacando que además que con esta victoria España entraba en una etapa de reconstrucción del país. 

El Socialista triunfo histórico del pueblo

 Para el editorialista, el Partido Socialista había correspondido a una aspiración existente, había culminado en las votaciones de octubre de 1982, pero, para llegar a ese punto había sido necesario vencer los viejos tabúes y superar el recuerdo de las repetidas frustraciones. 

La obligación del PSOE era la de emprender las reformas para la modernización económica, el saneamiento, la adecuación de los servicios y la construcción del Estado de las Autonomías para paliar los efectos de la gran crisis económica de entonces. 

En la página 17, un artículo de Enrique Tierno Galván, con el título “Meditando en el resultado”, el autor comentó que todos estaban de acuerdo en admitir que la conducta electoral había sido un modelo de respeto y solidaridad, y que la competencia entre los distintos partidos se había producido dentro de los límites de la exageración razonable. 

Meditando en el resultado

 El texto afirmaba  que durante la campaña, el lenguaje y el comportamiento electoral de los dirigentes de los partidos, conllevó de modo casi necesario a la exageración, pero la pugna entre candidatos estuvo protegida por la prudencia. 

Concluía al artículo con la afirmación de que el 28 de octubre de ese 1982, la historia de la sociedad española había girado muchos más grados que en cualquier otro de los grandes acontecimientos electorales de los últimos cien años. 

Para consultar esta y otras ediciones de ‘El Socialista’ puedes acceder a la hemeroteca de la Fundación Pablo Iglesias. 

Por psoech