Las torpes e inoportunas declaraciones del ministro Garzón, manipuladas y tergiversadas han creado una inesperada bronca política en la que se han enfrascado no solo la oposición sino ciertos barones del PSOE de forma poco meditada.
Opinión por Jorge Tinas Gálvez | sábado, 05 de febrero de 2022
Las torpes e inoportunas declaraciones del ministro Garzón, manipuladas y tergiversadas han creado una inesperada bronca política en la que se han enfrascado no solo la oposición sino ciertos barones del PSOE de forma poco meditada.
El asunto centrado en la calidad de la carne y el posible desprestigio de la carne española al que podría llevar las palabras del ministro ha ocultado la verdadera dimensión de un problema, no conocido hasta ahora por la sociedad española, pero de enorme trascendencia, como es el impacto de la ganadería industrial, que es como debe llamarse, en la neutralidad climática a la que hemos afirmado que pretende ir nuestra sociedad, ante el cambio climático.
El problema al que se enfrenta España con la proliferación de estas grandes instalaciones ganaderas no es tanto por el tamaño de las granjas o las condiciones en las que puedan permanecer los animales en las mismas, porque en la mayoría de ellas se cumplen las normativas en cuanto al “bienestar animal “ establecidas en la UE. ,sino en los problemas ambientales que generan.
En donde problema es más grave es en el sector porcino, en el que el 80% de las 80.000 granjas existentes son instalaciones intensivas y al romper el equilibrio entre la ganadería y la agricultura se originan los problemas citados.
El crecimiento del sector porcino en España en los últimos años ha sido desmesurado, de hecho ya ocupa el segundo lugar en Europa en cuanto a producción, y el cuarto en el mundo, siendo el tercer exportador mundial. En pocos años se ha pasado de 16 millones de cabezas (1990) a más de 50 millones en 2020. Solo este sector supone el 14,8% de la producción agraria del país, con una facturación de 17.000 millones de euros. Estos datos, que podrían parecer exclusivamente favorables, son el argumento en el que se apoyan quienes defienden la conveniencia de seguir aumentando la cabaña y el número de instalaciones. Pero no todo lo derivado de esta ganadería, que por su dimensión y estructura empresarial no es sino una industria, en nada equivalente a la ganadería tradicional, son aspectos positivos.
Como es sabido, la ganadería genera una gran cantidad de estiércoles y purines, en la actualidad el volumen de purines supera los 60 millones de toneladas anuales. Cuando existía el equilibrio antes citado, entre ganadería y agricultura, los purines eran aprovechados en los cultivos, pero en la actualidad con una cabaña de tales dimensiones, por su concentración en determinadas zonas, con volúmenes de tales dimensiones , no hay suelos susceptibles de acogerlos en la proximidad de las granjas y los purines se convierten en un gravísimo problema ambiental, por su potencialidad de contaminar los suelos y las aguas por nitratos, por emitir grandes cantidades de amoniaco y generar metano , uno de los gases con mayor repercusión en el efecto invernadero.
La contaminación por nitratos de nuestras aguas es un problema al que se viene enfrentando nuestro país desde hace muchos años y la adecuación de nuestras normas a las Directivas europeas destinadas a proteger las aguas de tal contaminación, en vigor desde hace más de 25 años, en España siempre ha ido con retraso, de hecho el último RD a tales efectos es de hace unos días (22 de enero de 2022). El Estado español sea visto reiteradamente sancionado por el incumplimiento de esta normativa y las llamadas Zonas Vulnerables que han de protegerse especialmente por estar ya contaminadas han ido creciendo año a año. Unos datos muy relevantes son los procedentes de la propia administración aragonesa. La superficie de zonas vulnerables de Aragón era en 2019 de 5324 km2 (10,9% de la superficie total) en 2020 era de 14.000 km2 (29,5% de la superficie total ) habiendo sido en esta CCAA en la que más ha crecido en estos años la cabaña porcina, llegando a superar a Cataluña, que históricamente estaba en cabeza
Asimismo las emisiones de amoniaco en nuestro país no han dejado de crecer al mismo tiempo que lo hacia la cabaña porcina y especial relevancia tienen las emisiones de metano ya que tal como reconoce la FAO ( Organización de las Naciones Unidas) los estiércoles y purines del sector ganadero son unas de de las principales fuentes de emisión de este gas , que en la reciente COP 36 de Glasglow se ha considerado como el principal objetivo a reducir por su elevadísimo efecto en el Cambio Climático.
Según datos del Ministerio de Transición Ecológica, la mayor granja existente en España, que produce 500.000 cerdos al año, emite 500.000 kg anuales de metano.
Hasta aquí los datos más elementales para entrar en el análisis del auténtico problema, que poco tiene que ver con la polémica política generada por las declaraciones del Sr.Garzón.
De acuerdo con el escenario derivado del “Pacto Verde “de la U.E. , se busca la neutralidad climática para 2050, con objetivos ambiciosos para 2030, y el Gobierno español lo ha apoyado fervorosamente en su Ley de Cambio Climático y Transición Energética, estableciendo para ello la necesidad de retirar una parte muy importante de las emisiones de CO2 equivalente. Ante esto no puede mantenerse la contradicción de seguir aumentando cada año las emisiones de metano de un sector cuyo crecimiento solo puede agudizar el problema.
Se ha puesto en evidencia que el crecimiento desmesurado de este sector ha venido por el aumento espectacular de la demanda de China y por tanto de las exportaciones a ese país. Pero la situación de los problemas del porcino en China están cambiando y es previsible que su demanda futura se reduzca drásticamente, provocando aquí la explosión de la burbuja existente. Como quiera que los beneficios económicos que genera esta ganadería industrial, asunto que también exige un debate sobre a quién beneficia, no justifican mantener su crecimiento, frente a los graves problemas ambientales que genera, ya existe un amplio movimiento social de rechazo a nuevas instalaciones o aumento del tamaño de las existentes.
En la sociedad española se ha abierto de forma inesperada un debate que por su relevancia ambiental y política debería haberse abordado hace años y este asunto no se resuelve con las precipitadas descalificaciones al ministro, sino con la adopción de medidas urgentes, porque no puede mantenerse la situación actual en la que la gestión y tratamiento de los purines, para evitar que contaminen o no se hace o se realiza de forma insuficiente o inadecuada y las Administraciones no pueden permanecer ajenas a lo que está ocurriendo, bajo consideraciones económicas en muchas ocasiones no justificadas.