Crítica literaria
Por Pedro Pedro Liébana Collado | domingo, 20 de febrero de 2022
Autora: Aroa Moreno Duran Editorial: Caballo de Troya Año: 2017
Aroa Moreno es una joven novelista. Formada como periodista en la Universidad de Madrid ha sabido investigar las vicisitudes de algunos de comunistas españoles que huyendo de la guerra civil acabaron en la Europa del Este. Este texto es una crónica amarga de los años vividos. La protagonista del relato nace en Berlín Este en los años 50. Su padre abandona España en 1938 y acaba en Berlín después de pasar por Moscú y Leipzig. En 1946 reclama con éxito a su esposa cuando ya se encuentra establecido en el lado Este de la capital alemana. En los años posteriores nacen sus dos hijas Katia, la mayor, y la pequeña Martina.
Son años de grandes penurias en Alemania, en ambos lados de la línea divisoria, reparto determinado por las potencias occidentales sobre el territorio en que ha quedado diseccionada la capital del Reich.
La crónica de la protagonista comienza en 1956, cuando una niña, Katia, la mayor, recuerda el frío que se pasa ese año y evoca sus momentos de infancia al calor del hogar.
A partir ese momento el relato entra en una serie de secuencias cinematográficas, en las que a modo de diario la protagonista recoge los instantes más significativos de su crecimiento en el seno de su familia y en el entorno social y político de la Alemania comunista.
Como luego recogerán las crónicas oficiales, la Alemania posterior a 1945 será una nación y dos Estados. Las dos Alemanias se reparten en un lado occidental con sede en Bonn y en otro oriental bajo la dirección de Walter Ulbrich y Erich Honecker, férreos dirigentes del régimen bajo jurisdicción del SED (Partido socialista unificado alemán) con sede en Pankow. El relato concluye con la caída del Muro de Berlín en 1989.
Es extraordinariamente interesante observar las vicisitudes que se recogen de esta familia protagonista procedente de Dos Aguas (Valencia). Su atalaya constituye un mirador de los hechos y de la vida cotidiana en el seno del lado comunista de la dividida Alemania. Los ojos de Katia ven cómo asiste a la escuela, cómo se desarrollan las relaciones familiares en un hogar modesto, dentro de un edificio gris y desabrido como eran los del lado oriental. Se describe cómo se intentan reconstruir los edificios demolidos por los obuses, el papel de la mujer en dicha reconstrucción y en un momento determinado cómo las autoridades deciden separar a sus ciudadanos a un lado y otro de la ciudad, mediante la construcción de un muro. El Muro de Berlín. Este es un episodio sustancial del relato, donde lo íntimo y lo familiar alcanza un nivel clave. Son las repercusiones de lo político en lo ciudadano.
La narración trasciende de lo político y supera el relato intimista, para adentrarse en los ojos de la niña que crece en medio de un terreno cargado de preguntas a las que su padre solo sabe articular las respuestas oficiales. Son las respuestas de un viejo comisario político domesticado por la historia. En el lado occidental se afianzan las posiciones socialdemócratas bajo la dirección en la alcaldía de Billy Brandt en Berlín occidental y se inicia el desarrollo de la Ostpolitik.
Son momentos de contraste entre ambos lados del muro, donde muchos jóvenes manifiestan su deseo encubierto de pasar al otro lado. Recoge en esas secuencias, su llegada a la adolescencia, sus proyectos de estudio y el interés de sus aspiraciones y, al fin, la ambición de sus ideales. Los años se suceden y sus padres procedentes de España, se han acomodado a la vida modesta y limitada de su destino. Lejos quedan los recuerdos de una guerra perdida y los amargos sinsabores del periplo de una vida cargada de peligros y destemplanzas.
En 1971, ante una amistad furtiva que le ofrece escapar, decide hacerlo sin más, y hacerlo sin avisar a nadie. A través de un paso de la frontera hacia Austria vía Checoslovaquia emprende el camino. Consigue no sin esfuerzo burlar los controles con una persona que se presta a pasarla por dinero.
Su llegada acaba determinado su matrimonio con el benefactor de tal causa, dándole a su vida otro giro. No ha pensado que su salida del país determinará que la policía política pondrá a su familia bajo los focos de una investigación cuyas consecuencias son demoledoras, entre las cuales, su padre acaba en prisión.
Los años pasan y el matrimonio se agosta. Entre tanto, dos niñas han llegado a su vida y el devenir de los tiempos le ha llevado a vivir al otro lado del Muro. Su padre muere después de pasar los momentos más amargos de su vida, con una hija con la que apenas tiene comunicación y donde la historia le ha situado al margen de todas sus hondas convicciones.
Son escenas muy amargas las que Katia recoge cuando el día de su separación, que coincide con la caída del bloque comunista, decide emprender el camino de reencontrarse con los suyos y visitar el lado Este de la ciudad. Describe la situación de una metrópoli desvencijada, lúgubre y anclada en el pasado. Es 1989. Han pasado casi 20 años desde su salida y desea volver a reencontrarse con su madre y con Martina, su hermana, con las que apenas ha tenido comunicación. La escena de su recibimiento es sobrecogedora. Su madre en silla de ruedas y enferma, su hermana, una desconocida. Su salida es amarga. Se encuentra de nuevo en la calle arrastrando una maleta con sus recuerdos, los de su padre, las pocas señas de identidad que le quedan como despojos en una miserable maleta. De nuevo volver a empezar.
Tan solo se detiene a pasear por el lado occidental, visitar distraída los puestos en que venden los restos de aquel naufragio, los trozos del muro, algunas medallas y viejos recuerdos históricos. Decide comprar un gorro ruso.
Aroa, la autora, nos sumerge en el mundo de los que fueron sometidos por la historia, de uno u otro modo. Es una investigación comprometida. Ha tenido que hacer varias entrevistas y recoger de datos para un relato riguroso, cargado de nostalgia. Es un episodio de memoria histórica, pero de una memoria intimista y afectiva, de vivencias compartidas atesoradas después de una guerra. En ella también hay españoles, que, como todos, solo deseaban la paz en medio de un mundo dividido.
Valencia, 18 de febrero 2022.
Pedro Liébana Collado