La derecha en la oposición comete una y otra vez el mismo error. Hablan mal de España con la intención de desgastar a su Gobierno. Además se ser…
Por rafael Simancas, domingo 14 de noviembre de 2021
La derecha en la oposición comete una y otra vez el mismo error. Hablan mal de España con la intención de desgastar a su Gobierno.
Además se ser desleal con el país, tal actitud resulta contraproducente para sus propios intereses, porque los pesimistas y agoreros no suelen caer bien a nadie.
“España es un desastre”, le decía Pablo Casado a Jean Claude Junker, anterior Presidente de la Comisión Europea, durante una reunión de los populares europeos en el año 2018. Poco después cosechaba en peor resultado de la historia del PP en unas elecciones generales.
En realidad, el desastre era y es Pablo Casado, por supuesto.
No se puede aspirar a liderar un país hablando mal de él. No se puede reclamar la confianza de los españoles sembrando la desconfianza en España. Y no se puede pedir el apoyo de la mayoría mientras se arremete contra el bien común.
Hablar mal de España ante las instituciones europeas constituye una invitación para que las autoridades europeas traten mal a España. Y el interés general de los españoles pasa cada día por las decisiones que se adoptan en Bruselas en términos de regulación y ayudas.
Hablar mal de España inhibe a los inversores a apostar por nuestra economía y nuestro empleo. Y ese castigo no es para el Presidente del Gobierno o sus ministros, sino para el conjunto de la ciudadanía española.
Hablar mal de España deteriora la confianza de la población, cuyo emprendimiento y cuyo consumo resultan decisivos para salir de la crisis a la que nos ha arrojado la pandemia.
Y además es innecesario. Se puede hacer oposición al Gobierno sin hacérsela al mismo tiempo al propio país. Se puede criticar la gestión de los gobernantes apostando a la vez por el presente y el futuro de España.
Ignorar los logros de la sociedad española es tan ridículo como negar lo evidente.
Solamente durante la última semana, la Organización Mundial de la Salud ha felicitado a España por su gestión de la pandemia y por el exitoso proceso de vacunación. La pregunta que se están haciendo en todos los gobiernos europeos castigados hoy con incidencias graves del virus es ¿cómo lo ha hecho España?
La vicepresidenta Ribera ha sido elegida facilitadora para la negociación en la cumbre global de Glasgow contra el cambio climático, reconociendo así el liderazgo español en las políticas ambientales.
Nuestro país ha sido el primero en cumplimentar las condiciones de la Comisión Europea para acceder a los fondos que impulsarán la recuperación de las economías y los empleos en el año 2022, y hemos sido los primeros porque hemos hecho bien nuestro trabajo.
Como sucedió con la última cumbre climática, España ha vuelto a ofrecerse a la comunidad internacional para organizar un gran evento multilateral, a causa de la renuncia de otro país a hacerlo, en este caso Marruecos. En pocos días, España organizará la cumbre de la Organizacion Mundial de Turismo, con miles de asistentes.
Pedro Sánchez está liderando la respuesta europea a la crisis energética ocasionada por el encarecimiento del gas y la electricidad. Los legisladores de decenas de naciones acuden a España para emular nuestras leyes que amplían derechos y libertades, desde el matrimonio homosexual y la igualdad de género hasta la eutanasia.
¿Por qué no reconocen estos méritos de la sociedad española? ¿Por qué no participan de la felicitación colectiva? ¿Es tanto el ansia por acceder al poder ya y como sea?
Pero la falta de Casado y el PP a este respecto no es solo por omisión, sino también por acción.
El líder popular ha llegado a reunir a los embajadores de los países europeos para poner en cuestión la capacidad del país para invertir debidamente los fondos que tanto necesitamos.
Los populares han acudido a las instituciones europeas intentando equiparar las relaciones del gobierno y el poder judicial en España con la situación inadmisible que se da en Polonia y Hungría, a causa de la gestión de sus gobiernos ultras.
La portavoz del PP español en el Parlamento Europeo organiza visitas de parlamentarios nacionales de otros países a España, pero no para presumir de las virtudes de nuestra sociedad o nuestra economía, sino para propagar falsedades tales como que aquí no hay voluntad de perseguir al terrorismo.
Ellos, que sostienen gobiernos y aprueban presupuestos con la ultraderecha antidemocrática, intentan día sí y día también denunciar al Gobierno Sánchez en Europa como un gobierno “radical”, y a las cancillerías europeas les da la risa al ver llegar a la “radical” Nadia Calviño con sus deberes nada radicales bien hechos.
Oigan, ya está bien. Ya que no hacen nada bueno por su país, al menos hablen bien de él.