GERINGONÇA por Jorje Tinas

Como se ha puesto de manifiesto en Portugal, si los ciudadanos ven atendidas sus demandas y la resolución de sus problemas, acaban confiando en los partidos que siempre han  sido  la base del sistema democrático.

Opinión por Jorge Tinas Gálvez | viernes, 04 de febrero de 2022

Si hace tiempo que venimos envidiando la política portuguesa, los últimos resultados electorales ya no solo nos llenan de satisfacción como socialistas sino que ponen aún más en evidencia las diferencias que nos separan de nuestro país vecino, al que tanto tiempo se miró con desdén y del que hoy solo hay cosas que aprender.

Lo que allí se llamó “geringonça”, que aun no teniendo traducción exacta a nuestro idioma si tenía el paralelismo político de cómo el Gobierno dependía de compañeros de viaje que le traicionarían en cualquier momento, como así fue.

Por ello Antonio Costa con gran decisión se lanzó a una campaña de didáctica política en la que explicó a los ciudadanos que ese modelo acaba yendo en detrimento de los intereses auténticos del país., máxime en un momento en el que las fuerzas de la extrema derecha avanzan sin parar.

Cuando estamos viviendo como los intereses partidistas o territoriales de nuestros socios de gobierno pueden poner en riesgo la aprobación de una  Reforma laboral que solo presenta ventajas para la clase trabajadora se evidencia aún más la debilidad sobre la que se asienta nuestro Gobierno y nos hace pensar, no solo en cuanto tiempo podremos mantener tan inestable situación sino que perspectivas de futuro se aventuran en un país cuya estructura política está cada vez más fragmentada.

Si el nacimiento y éxito electoral de Teruel Existe ya advirtió que el mayor riesgo no está en el bipartidismo que muchos consideraron el peor de los males sino en gobernar con una amalgama en la que todo se centre en disponer del voto 176.

Si realmente es cierto que en su dos años de presencia  en el Parlamento Manuel Jimeno ha conseguido resolver más problemas para Teruel que en toda la vida democrática anterior, es evidente que tenemos un problema de estructura política y la proliferación de estas plataformas y su posible consolidación pueden suponer un grave riesgo de ingobernabilidad de un país, en el que como se ha demostrado, no es posible alcanzar acuerdos con la oposición mayoritaria ni siquiera ante los más graves problemas de Estado y con una extrema derecha en vías de convertirse en  la tercera fuerza.

No puede ser que los ciudadanos, sea cual sea su situación territorial, lleguen a convencerse de que sus problemas más inmediatos, no pueden ser resueltos por los partidos políticos tradicionales, dedicados preferentemente a las disputas parlamentarias, sin reparar en las necesidades cotidianas y sin que sus demandas sean atendidas. La estructura de un partido como el PSOE, de amplia tradición y experiencia en la gestión local, debe estar próximo a los ciudadanos y a sus problemas,  sea cual sea el tamaño del municipio.

¿Acaso hemos olvidado también esto?

No basta con hacer grandes reflexiones retóricas en las resoluciones Congresuales sino descender cada día desde la organización al conocimiento de las demandas que se hacen desde esas nuevas plataformas. Al repasarlas, ahora  que han aflorado con más claridad, como consecuencia de las elecciones en Castilla y León, no se ven ellas nada que no esté recogido en las propuestas  del Partido, parece entonces que no hemos sido capaces de llevar a la realidad de nuestra gestión la respuesta a tales requerimientos.

Estamos a tiempo de evitar la consolidación de estos movimientos de fragmentación, de aparente utilidad para acercar la política a esa España que hoy se ha dado en llamar Vaciada, pero que  a la postre solo acentúan la defensa de intereses locales, a veces al margen de la integración de esas políticas en las profundas necesidades del país e incluso en contradicción con las mismas.

Como venimos diciendo desde diversos foros, el Partido debe volver a una política de acercamiento al ciudadano, viva este en ciudades medianas o grandes o en el medio rural, debe  dejar de estar ensimismado en lo que se consideran los grandes temas de Estado, pero cada vez más alejado de aquellos  votantes que en su momento confiaban en que este era el partido capaz de darles respuesta.

Puede parece esta  una posición conservadora, en un momento en el que los vientos del localismo y las identidades diferenciales  parecen ser la solución a las carencias aún existentes en partes del país, pero no es sino una reafirmación en las tesis que defienden que solo un Estado sólido puede atender las necesidades ciudadanas y al sistema democrático, las fisuras  aparentemente inocuas que estos movimientos provocan, acaban favoreciendo a los populismos.

Como se ha puesto de manifiesto en Portugal, si los ciudadanos ven atendidas sus demandas y la resolución de sus problemas, acaban confiando en los partidos que siempre han  sido  la base del sistema democrático.     

                                                     Jorge Tinas Gálvez

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