Ainoa Quiñones, delegada del Gobierno en Cantabria y ponente del capítulo "Ciencia y Sanidad".

Ainoa Quiñones, delegada del Gobierno en Cantabria y ponente del capítulo «Ciencia y Sanidad».

EL SOCIALISTA, Nº 116

Ainoa Quiñones, delegada del Gobierno en Cantabria y ponente del capítulo «Ciencia y Sanidad».

EL SOCIALISTA, Nº 116

Hoy más que nunca sabemos que ciencia y salud son dos vasos comunicantes que deben mantener un diálogo fluido y permanente, que debe servir de plataforma de reactivación y motor propulsor de cambios que permitan a la sociedad evolucionar y alcanzar mayores cuotas de progreso y bienestar.

El resultado de una crisis sanitaria, económica y social como la que hemos sufrido es una oportunidad para corregir deficiencias estructurales, para analizar a qué han conducido, por ejemplo en el ámbito de la ciencia y la salud, años de recortes de gobiernos conservadores, pero sobre todo, debe verse como una oportunidad.

Nadie duda hoy de la importancia determinante que tiene invertir en innovación, en investigación y en ciencia, pero debemos consolidarlo como eje trasversal para el desarrollo de nuestro país, y sobre todo, en su impacto positivo para mejorar la calidad asistencial que se da en la Sanidad Pública y lo imprescindible que se hace para diseñar el futuro, contar con mayores recursos públicos para invertir en políticas de salud y bienestar de las personas.

Ciencia y Sanidad constituyen dos áreas del conocimiento necesariamente interrelacionadas. La inversión, la colaboración y el esfuerzo humano y técnico en la lucha contra la COVID19 no tiene precedentes pero ha demostrado, con elementos como la vacuna, que la vinculación entre la apuesta por la ciencia y la mejora de la Sanidad son fundamentales para afrontar los retos de la sociedad en los próximos años.

España es, desde hace 20 años, líder mundial en trasplantes, y ni tan siquiera la pandemia – que ha reducido a 4.425 trasplantes en nuestro país, un número alejado de los 5.449 de 2019- ha hecho que perdamos el liderazgo en una área clave de la Salud Pública en la que la unión de la ciencia y la sanidad reflejan la importancia de cooperar unidas. Pero, debemos preguntarnos porque no hacer ese trabajo compartido exportable a otras áreas del conocimiento y la investigación.

El Gobierno de España ya compartía esa hoja de ruta, que la crisis sanitaria solo ha avanzado, cuando se creó la comisión de coordinación en materia de investigación entre los ministros de Sanidad y de Ciencia e Innovación y de Universidades en enero de 2020. La mejor solución a los problemas es anticiparse a ellos, siendo protagonistas desde la política, del desarrollo que debe llevarse a cabo en materia de políticas públicas científicas ante problemas ya endémicos como la falta de financiación de la I+D+i, burocracia, contratación de científicos multidisciplinares.

Por ello, creemos que el reto pasa por hacer de puente entre la academia y la industria, las empresas de base tecnológica, creando un ecosistema científico, que consolide y convierta todo ese conocimiento en inversión para crear empleo de calidad.

Trabajamos para que la Sanidad Pública sea, más que nunca, una de las señas de identidad, no solo de nuestra acción política, sino, sobre todo, de la España que queremos dejar a las próximas generaciones. Es nuestro mejor servicio público y hemos aprendido que sin salud, no hay economía, y cuan determinante es que uno de nuestros pilares del Estado del Bienestar esté lo suficientemente financiado, cuente con recursos, para enfrentarnos a un mundo global y cambiante en el que aparecen enemigos invisibles pero con capacidad de paralizar todo un país como la COVID19.

Reforzar el Sistema Nacional de Salud en España, que es uno de los grandes éxitos de nuestra democracia, es una responsabilidad compartida en la que debemos aunar el mayor consenso social y político, y en el que el presupuesto sanitario debe entenderse como una inversión productiva y no como un gasto presupuestario más.

Por psoech