El Socialista publica la primera de lo que serían varias colaboraciones con nuestra publicación de la escritora y feminista María Cambrils, registrada en junio de 1924
En la edición 4.802 de El Socialista, publicada hace casi un siglo, más exactamente el 28 de junio de 1924 con el título de ‘Por la organización femenina’, María Cambrils, escritora y feminista española quien publicó varias veces en la cabecera del PSOE, denunciaba el papel secundario y la poca o nula participación no solo social sino también en la toma de decisiones de la mujer española en aquel momento, al tiempo que hacía un llamamiento a todas las mujeres a organizarse en ‘colectividades de defensa’ y a través de la acción conjunta para el reconocimiento de derechos que les habían sido negados, condenándoles a lo que describió como un ‘estado de esclavitud doméstica’.
A continuación transcribimos este transgresor artículo para aquellos tiempos.
Por la organización femenina
Cuando el elemento femenino se moviliza en todo el mundo para la consecución de sus finalidades ideológicas, las mujeres españolas nada hacemos por manumitirnos de la dependencia a que se nos condena, conformándonos, al parecer, con el deprimente papel de cosa, de bártulo de cocina, de máquina de hacer calceta que nos asignan los hombres; prevalidos de una superioridad legalmente reconocida contra todo derecho natural.
La mujer, entre pensante, que tiene facultades demostradas para poder intervenir en todas las cuestiones que se derivan del interés público, no hace nada, repetimos, por sustraerse a ese estado injusto de inferioridad en que con respecto al hombre la colocan las leyes y los prejuicios, que son normas reglamentadas en nuestro manifiestamente desequilibrado medio social.
¿Y por qué no hemos de organizarnos las mujeres en colectividades de defensa para recabar, por medio de la acción conjunta, el reconocimiento de todos aquellos derechos que se nos detentan injustamente? Convenzámonos de que vegetando en el quietismo no haremos sino contribuir a perpetuar nuestro ignominioso estado de esclavitud doméstica; esperar confiadas junto al fogón el maná de nuestra manumisión civil y canónica es una estupidez o una cobardía censurable. Ni la Iglesia ni la Democracia burguesa, ni ningún estado constituido a base de predominio capitalista, por liberador que se nos ofrezca, reconocerán al mal llamado sexo débil la identidad de derechos ni la igualdad de condiciones legales; negarán –como enfáticamente lo promete un primate republicano a la notable escritora María Marín- toda libertad de acción femenina, así en el orden político como en el administrativo.
Pero si todas aquellas mujeres que piensan en liberal procedieran como las que pensamos de acuerdo con las doctrinas socialistas y el criterio de Augusto Bebel, no serían posibles esos exabruptos despectivos que se nos ofrecen por determinados “hombres públicos” como una demostración de un íntimo pensamiento liberticida y constreñidor.
La libertad y la emancipación económica de todos los esclavizados por la prepotencia capitalista, así como el reconocimiento de los derechos que se niegan a la mujer, sólo pueden venir de los medios socialistas, cuya política de justicia y redención camina recta y velozmente a través de todos los obstáculos tradicionales, destruyendo las barreras construidas por el politicismo profesional y las finanzas esquilmadoras para esquivar las acometidas de la razón, que se abre paso contra todas coligación de las fuerzas impositivas, amalgamadas en consorcio opresor para sostener su tutela dominadora.
Los derechos incuestionables de la mujer, detentados por un orden de cosas injusto, sólo serán reconocidos por Estados socialistas del provenir, que ya se inician en las naciones más poderosas del mundo bien a pesar de todos los políticos flordelisados, de gorro frigio y camisa negra.
Y para acelerar el advenimiento de esos Estados de justicia social debemos las mujeres cooperar reforzando las Agrupaciones Femeninas Socialistas ya constituidas y organizándolas, donde lo estén, con aquellas que por su convivir conyugal y familiar con compañeros en ideas estén predispuestas para ello, como también con cuantas otras se manifiesten afines a nuestro principios.
Organicémonos en Agrupación. Manos a la obra, compañeras.
Para consultar esta y otras ediciones de El Socialista puedes acceder a la hemeroteca de la Fundación Pablo Iglesias.