He leído con asombro el Manifiesto que, firmado por 225 personalidades, está dirigido “a la sociedad española ante el desafío constitucional”.
Adolfo Piñedo Simal
He leído con asombro el Manifiesto que, firmado por 225 personalidades, está dirigido “a la sociedad española ante el desafío constitucional”. No por casualidad el manifiesto se hace público en vísperas de la manifestación convocada por las derechas, en la ya clásica Plaza de Colón, bajo el lema de “Por España, la Democracia y la Constitución”. A juzgar por la asistencia, poca es la gente que ve en peligro a la nación española, a la democracia, o a la Constitución. Tampoco los líderes actuales del PP, dicho sea de paso, que han antepuesto la táctica electoral de no aparecer junto con Vox en la misma foto a la defensa de la mismísima Nación Española. En realidad, la manifestación no iba de defender a la Nación sino de atacar al gobierno y, en particular, a Sánchez, a quien se le puso de vuelta y media. Nada nuevo si recordamos campañas electorales anteriores, en particular las campañas durante el mandato de Felipe González, a quien, además de echarle, la derecha intentó mandarlo a prisión.
La manifestación de Colón parece el inicio de la campaña electoral de la extrema derecha, que, a juzgar por las encuestas, no pasa por su mejor momento. El Manifiesto en cuestión me parece el argumentario en que se sustenta el discurso de Vox. Lo que resulta sorprendente es haber reunido a 225 firmantes de ese panfleto, donde hay perfiles y trayectorias muy distintas, que nada tienen en común entre sí (salvo estar contra Sánchez) ni tampoco con la extrema derecha. Estar contra Sánchez es algo legítimo, claro está. Lo que no lo es tanto es suministrar el basamento de la teoría conspiratoria que tan agudamente ha descubierto Isabel Díaz Ayuso y otros sesudos pensadores, según el cual Sánchez tiene un plan oculto para destruir la nación española, la Monarquía y creo que hasta al mismísimo pueblo español. Teniendo en cuenta que en EE UU los conspiranoicos acusan a los demócratas de estar regidos por una partida de pederastas adoradores del diablo, nuestros conspiranoicos me parecen hasta moderados y simpáticos.
El gran problema y el gran prejuicio que se hace a la democracia a la que se dice defender es emponzoñar el debate político, haciendo afirmaciones falsas, extendiendo exageraciones y disparates que nos alejan de cualquier dialogo medianamente serio. Lo que sigue es el intento de contestar a algunas de las afirmaciones más destacadas que se exponen en el mencionado manifiesto. La principal de ellas es que el PSOE actual, el PSOE de Sánchez, ha dejado de ser un partido constitucionalista. Literalmente se lee que se ha quebrado “el proyecto histórico del PSOE, comprometido con el cumplimiento de la letra y el espíritu de la Constitución”. A la misma conclusión se llega al final del Manifiesto cuando se llama “al PP y al resto de fuerzas constitucionalistas que integran la oposición”. Es decir, según los autores del Manifiesto PP, Vox y Ciudadanos son los partidos constitucionalistas que existen en España. Si así fuera, yo también estaría preocupado por el porvenir de la democracia y por la pervivencia de nuestra Constitución.
Justifican tan gruesa afirmación con un argumento tramposo: si pactas con otro partido cambia tu naturaleza. Ante una coalición o un pacto la cuestión que se debería analizar es el contenido del pacto y si ese contenido cambia o no tu naturaleza. Como algunos de los firmantes del Manifiesto saben muy bien, en 1979 el PSOE firmó con el PCE un pacto para gobernar conjuntamente los municipios españoles. Este pacto no parece que cambiara el proyecto histórico del PSOE. Antes al contrario, el proyecto histórico del PSOE se benefició enormemente con ese pacto. Y, dicho sea de paso, el pacto municipal del 79 ayudó mucho a consolidar la democracia.
Podemos ha dicho claramente que no quiere la Constitución del 78 y aspira a abrir un proceso constituyente para elaborar otra Constitución. A mí siempre me ha parecido eso un rasgo de infantilismo que solo sirve para dar armas de propaganda a la derecha. Ahora bien; el pacto de gobierno entre el PSOE y UP no recoge ningún elemento contrario a la Constitución, ni, por supuesto, recoge el compromiso de abrir un proceso constituyente. Es más, a lo largo de esta azarosa legislatura ha desaparecido del debate público la hipótesis de una reforma constitucional, algo que durante la anterior ocupó buena parte del debate publico. Hasta de los discursos de UP ha desaparecido la idea de abrir un proceso constituyente.
Y lo mismo se puede decir respecto de la crisis catalana. Sabido es que ERC quiere un referéndum de autodeterminación para Cataluña. Pero ninguno de los acuerdos a los que el Gobierno ha llegado incluyen el compromiso de la celebración del mencionado referéndum. Al día de hoy, y tras innumerables negociaciones con ERC y algunos acuerdos, el PSOE no ha cambiado de posición respecto de la unidad de España o de la autodeterminación de Cataluña. Una cosa es pactar con los secesionistas sobre asuntos concretos y otra pactar la secesión. Por lo demás, la política del Gobierno en relación al conflicto catalán parece que muestra algunos resultados positivos. Pocas dudas caben de que el conflicto territorial ha amainado y que la unidad de España está hoy mejor que hace cuatro años y eso precisamente se debe a las políticas aplicadas que incluyen los indultos y los cambios legislativos recientes. Por cierto que es falso de toda falsedad la “impunidad otorgada a los responsables de los hechos sediciosos”. Hay penas para los sediciosos, claro está. Otra cosa es el grado de esas penas sobre lo que cabe opinar. Yo opino que el aumento de las penas no ha disuadido a nadie de cometer un delito. Dicho de otro modo, la secesión no se combate con más penas, sino con diálogo, negociación e inteligencia.
Totalmente gratuito y falaz es hablar del vaciamiento de los principios y las reglas constitucionales a raíz de las pretendidas reformas de las Leyes del TC y del CGPJ. Es sencillamente un despropósito decir que eso conduce a una democracia iliberal o, simplemente, de vuelta a la dictadura.
Finalmente, a los autores del panfleto se les ve plumero cuando afirman que “no detectan en la derecha española energía, propuestas ni discurso adecuados para resolver la actual situación”. Se refieren claro está al PP. Podrían haber rematado la frase con aquello de que el PP es la “derechita cobarde”. Total que si el PSOE ha dejado de ser constitucionalista, los nacionalistas son enemigos de la patria y el PP carece de energía, discurso y propuestas, no queda otra opción que votar a Vox. ¿No es así?
Si miramos lo que ha pasado desde la gran crisis de 2008, los hechos demuestran que el peligro para la democracia viene de la extrema derecha ; que las “democracias iliberales” se instalan de la mano de partidos de extrema derecha. Que la guerra ha vuelto a Europa por decisión de un nacionalismo reaccionario. Que en Alemania, los servicios de inteligencia acaban de desarticular una conspiración de la extrema derecha. Estos son hechos que llevan a pensar que, en general, el peligro para la democracia viene de la extrema derecha. Un punto de vista que se sitúa en las antípodas del Manifiesto mencionado.