Toda elección regional presenta dos motivos de interés: saber cual será el gobierno de la respectiva CC AA y qué tendencias apuntan los resultados en términos comparativos.
Por Adolfo Piñedo Simal | sábado, 19 de fbrero de 2022
Toda elección regional presenta dos motivos de interés: saber cual será el gobierno de la respectiva CC AA y qué tendencias apuntan los resultados en términos comparativos. El Presidente regional anticipó las elecciones de Castilla y León, con el acuerdo expreso de la dirección del PP, pidiendo a los ciudadanos un voto para un gobierno del PP sin ataduras, es decir, sin necesidad de coaligarse con nadie, lo que implicaba buscar una mayoría absoluta o algo cercano a ella, como Ayuso en Madrid. Ha ganado las elecciones pero los ciudadanos no le han dado la mayoría que buscaba. Ahora toca buscar aliados (ataduras) con que pasar la investidura. En esa están. Además, las elecciones han traído algunas novedades y muestran tendencias de interés para el devenir de la política española.
He aquí algunas reflexiones sobre lo más relevante de estas elecciones:
- Más fragmentación. Con la incorporación de Soria Ya son 8 los partidos que alcanzan representación en las Cortes de Castilla y León. De ellos 3 son de ámbito provincial y juntos suman 7 escaños frente a 2 de hace dos años. Otros grupos de ámbito provincial han concurrido sin haber conseguido escaño. Hay que destacar el gran éxito del partido Soria Ya que recibe el apoyo de casi la mitad del electorado soriano. El provincialismo gana terreno y, con toda probabilidad, alguno de esos partidos obtendrá representación en generales. Este fenómeno sigue la estela de «Teruel Existe» y hay que contar que cada vez haya más partidos de esa naturaleza. Lo cual contribuirá a hacer más complicada la gobernabilidad, ya de por sí bastante difícil. Lo positivo de ese movimiento es que obligará a los poderes públicos a diseñar políticas respecto de la «España vaciada» veremos con qué eficacia.
- Vox gana. Todos los demás pierden, unos más que otros. La mala noticia de estas elecciones es que, dejando a un lado a los partidos de ámbito provincial, es Vox quien obtiene un éxito indudable, convirtiéndose en el tercer grupo parlamentario. Ahora bien, la gran subida de Vox ya se produjo en las generales de 2019, cuando obtuvo un 16,8 % de los votos. Ahora ha obtenido un 17,6 %. En términos absolutos en 2019 tuvo más votos que ahora, es decir no ha ganado ni un solo voto en estos dos años. No hay, pues, un crecimiento sostenido, menos aún explosivo, por lo que puede ser que la infección de Vox esté alcanzando su pico. Los resultados apuntan a que Vox puede ser la tercera fuerza política del país, pero, a bastante distancia del PP, su principal competidor. Tengo la impresión de que, llevado por la necesidad de competir con Vox, el discurso del PP termina alimentándolo. Si se trata de combatir a sangre y fuego al gobierno de Sánchez, un gobierno de rojos-comunistas-separatistas-terroristas, o sea de enemigos de España, Vox es más duro que el PP, al que acusa de bladengue. El peligro de la extrema derecha en España no es que gane unas elecciones. El peligro viene del influjo que puede ejercer en el PP. Para crecer, a Vox le conviene alcanzar posiciones de gobierno y de ahí que, desde el primer momento, haya exigido formar parte del Gobierno de Castilla y León. Veremos si lo consigue, porque al PP le viene muy mal llevarse a Vox al Gobierno regional.
- Ciudadanos se sigue despeñando. Camino a su desaparición, Ciudadanos, con tan solo un escaño, no se puede decir que haya salvado los muebles, entiéndase, tener su futuro asegurado. Resulta curioso observar que en las anteriores Cortes la mayoría de derechas se componía de PP y Ciudadanos (41 escaños) y ahora se compone de PP y Vox (44 escaños). Entes era Vox el que ostentaba un solitario escaño y ahora es Ciudadanos el que está en esa posición. Es este un gran cambio: la mayoría de derechas, si se produce, es ahora entre PP y Vox, lo cual es bastante serio: las derechas evolucionan hacia la extrema derecha, una evolución que también se aprecia en EE UU con el Partido Republicano abrazando posiciones de extrema derecha. Allá donde Ciudadanos se alió con el PP, Ciudadanos desaparece(o casi). Parece que a sus electores no les ha acabado de gustar esta alianza. Claro que, cuando quisieron cambiar de alianzas (caso de Murcia) fue peor el remedio que la enfermedad, por que el partido se descompuso. Habrá que ver si cuando se convoquen las próximas elecciones regionales Ciudadanos concurre con su sigla o busca algún apaño. En todo caso, habrá OPA del PP para hacerse con algunos restos de esa formación. La desaparición de Ciudadanos no es una buena noticia para la democracia española. Un partido de centro, capaz de hacer acuerdos a un lado u otro sería muy útil para la gobernabilidad del país. Pero me temo que eso ya no está en la agenda.
- UP sigue en declive. Un síntoma del declive de UP es que en las anteriores autonómicas Podemos e IU concurrieron por separado, obteniendo 2 escaños. Ahora han ido juntos y han tenido uno. Peor aún, en generales de 2019 UP tuvo un buen 9,44 % y ahora un 5 %. Sólo la mitad de los que votaron a UP en generales lo ha votado ahora en autonómicas. El declive electoral de UP pone sobre el tapete la necesidad de crear un nuevo artefacto electoral que reúna los distintos grupos que han ido saltando del «perímetro de consolidación de Podemos». Lo que está claro es que no ha sido ese nuevo artefacto el que ha concurrido en las elecciones de Castilla y León, ni tampoco su futura líder, Yolanda Díaz que, muy significativamente, no ha hecho campaña. Creo que un futuro gobierno progresista depende críticamente de que consigan crear esa nueva plataforma (lo que Errejón llama, con un lenguaje épico, «una máquina de guerra electoral») de la que solo disponen de una pieza: la candidata. Aunque no estoy seguro de que todos los llamados a sumarse a la operación la acepten, ni siquiera todos en UP. Por el momento, no parece que los malos resultados de UP vayan a afectar a la estabilidad del gobierno de coalición. Pero no hay que confiar demasiado: los izquierdistas son muy aficionados a pegarse tiros en los pies.
- Un mal resultado para Casado. Los oráculos de la derecha están empeñados en que desde la famosa moción de censura de Murcia, el PSOE no hace más que perder y perder elecciones. Sus propagandistas no cesan de repetir que hay un «cambio de ciclo electoral» lo que significa que el PP va ganando al PSOE en las encuestas (en casi todas) y se confirma en las dos elecciones regionales celebradas: Madrid y Castilla y León. Estas teoría del cambio de ciclo no es ingenua: busca apuntalar el liderazgo de Casado. En círculos del PP se comenta que con Casado «no se ganan elecciones». En Madrid quien ganó fue Ayuso y no Casado, como una y otra vez repite la lideresa. Aznar, en plena campaña, ha tenido la mala uva de poner en cuestión a Casado. Así es que era urgente que Casado ganara en algún sitio. Castilla y León es lo que había más a mano. Da la impresión de que el adelanto electoral lo decidió la dirección nacional del PP para, aprovechando el desplome de Ciudadanos, apuntarse una resonante victoria que alejara las dudas acerca de si Casado gana elecciones o no. Lo que esperaban los estrategas del PP era que Mañueco, comiéndose los doce escaños de Ciudadanos, alcanzara la mayoría absoluta o se quedara muy cerca de ella. El PP ha ganado las elecciones pero no porque haya subido de votos (en sustancia, ha repetido porcentaje) sino por la bajada del PSOE. Casado hizo campaña pidiendo una mayoría suficiente para gobernar en solitario. No la ha obtenido. Y lo que es peor, ahora la gobernabilidad empeora porque el gobierno de Mañueco depende de Vox, mucho más difícil de manejar que Ciudadanos. El dilema que enfrenta el PP es si mete o no a Vox en el gobierno de Castilla y León. Sobre esta cuestión hay ya opiniones enfrentadas en el seno del PP y Vox tiene muy fácil agudizar las contradicciones en el seno del PP. Casado sí que ha salvado los muebles: si el PP hubiese perdido (y a punto ha estado) Casado estaría muerto. Pero ha ganado y eso le permite intentar seguir aspirando al cargo de candidato. Se le hará muy largo el tiempo hasta las generales.
- Baja el PSOE, pero no es una catástrofe. Claramente, el resultado del PSOE es malo, pero no es una catástrofe como algunos pretenden. El PSOE venía de ganar las anteriores autonómicas y ahora se ha quedado en segundo lugar, aunque a tan solo a 1,5 puntos del vencedor. Ganando en las cuatro circunscripciones más pobladas, no tiene mal pronóstico de cara a unas generales. Pero ha bajado y eso merece un análisis que, supongo, estarán haciendo en detalle los estrategas del PSOE. A simple vista se aprecia que una buena parte de la caída del PSOE está en Soria donde la candidatura provincial le quita al PSOE unos 12.000 votos, lo cual le hace pasar de primero a tercero y anuncia la pérdida de un escaño en generales. Mirando al futuro, el PSOE necesita no solo mantener resultados sino subir para compensar lo que me parece probable: la caída de su socio de gobierno. Las tendencias que marcan las encuestas no dicen que eso esté pasando. Además, en el plano territorial el PSOE tiene un agujero negro en Madrid. Aquí sí que la situación es catastrófica y no parece que hayan alcanzado siquiera la fase de diagnóstico fiándolo todo a que a un cambio de liderazgo lo arregle. Ya se verá.
- Hacerlo bien pero caer mal. Una reciente encuesta enseña algunos rasgos de interés en la opinión pública. Resulta que la gente aprueba las principales iniciativas del Gobierno, en particular, por primera vez, la gente pone a la izquierda como mejores gestores de la economía que las derechas. Yo creo que la recuperación de la economía, especialmente del empleo, contrasta agudamente con lo que ocurrió en la crisis de 2008 y explica esta valoración. Además, la oposición en el terreno económico es de aurora boreal: boicotear la aplicación de los fondos europeos es una cagada mayúscula. A pesar de lo cual el Gobierno cae mal. Es decir, la gente aprueba lo hace el Gobierno pero suspende al Gobierno. Aquí es donde los tertulianos, politólogos y demás comentaristas tenemos tajo para opinar. Para contribuir al debate quiero contar lo que he aprendido de los sucesos de Lorca, donde, como se sabe, se ha producido un «asalto al Capitolio» por parte de un grupo de ganaderos. El consistorio lorquí (PSOE-UP-Ciudadanos) estaba aprobando una ordenanza para limitar el daño que las granjas de cerdos hacen al vecindario de algunas localidades (malos olores y moscas, que aconsejan no abrir las ventanas) y al medio ambiente (dónde van a parar los residuos). La oposición (PP y Vox) organizó una asamblea de ganaderos para protestar por esa iniciativa y exigiendo libertad (¿nos suena?). O sea, libertad para el ganadero para poner sus granjas porcinas donde quiera y como quiera. Y aquí viene lo bueno. El gran argumento del PP-Vox para explicar por qué el consistorio hacía la ordenanza de marras es que, en el fondo, lo que querían era cerrar las granjas de cerdos de Lorca para llevárselas a Cataluña, como parte del peaje que Sánchez paga a los indepes catalanes por su apoyo. Tal cual. Naturalmente, ante tal atropello, una turba (pequeña eso sí) de ganaderos porcinos y algún simpatizante del porcino asaltaron el local donde se celebrara la reunión para impedir la aprobación. Afortunadamente, no hubo bajas, sobre todo porque los municipales escurrieron el bulto y los munícipes salieron por pies. Nada heroico en defensa de la democracia. Lástima que no haya un Cela para escribir algo semejante al «Cipote de Archidona», versión murciana. Antes de sacar conclusiones del cuento, hay que destacar que el cerdo de Lorca se exporta a China a través de una empresa murciana con capital chino, es decir, esto no es una historia del franquismo sino de la época de la globalización. Pero el cuento tiene un par de moralejas. Vox apoyó el asalto al capitolio lorquí, sin más. Los ganaderos tenían derecho a que sus cerdos no acaben en Cataluña, vamos. El PP no apoyó el asalto, pero, a continuación, señaló que la culpa era de Sánchez por pactar con los separatistas. Con un par, si señor. Pero, ojo, esto entra y muy bien en el electorado. El populismo anticatalán vende. Sobre todo vende por las infinitas torpezas de los indepes. Parafraseando a Rufián, no es verdad que Rajoy fuese una máquina de hacer independentistas. Pero Rufián si que es una máquina de hacer fascistas. De hecho es el principal activo de Abascal. Y empiezo a creer que no es fruto de solo de la irresponsabilidad manifiesta: no puede ser del todo ingenuo.
- Resumen: bien para Vox, mal para España. Castilla y León linda con Portugal donde hace unos días hubo elecciones con unos resultados bien distintos. Con unos resultados pandémicos y económicos mejores en este lado de la frontera no hay razón visible para tener unos resultados absolutamente dispares. Hay algo en España que no estamos entendiendo.