Es la primera vez que veía a ese energúmeno. Por supuesto le conozco de referencias. Aunque gritara que estaba pasando hambre no parece que sea cierto en su caso. …
PSOE Chamberí | domingo, 14 de febrero de 2021
Vamos a empezar con un acontecimiento de última hora. El intento de agresión que sufrió el jueves pasado, a manos de un hostelero de la calle Ponzano.
¿Qué sucedió?
Un reportero de la Sexta me pidió que le acompañase a dar una vuelta por la calle Ponzano porque querían hacer una información. Cuando llegué, el reportero y el cámara ya habían hablado con algunos hosteleros, hablamos con los porteros de una discoteca, y recorrimos la calle.
Al llegar a la altura del número 32 el reportero se puso a medir la distancia que había entre las sillas y sus ocupantes porque, a simple vista, se veía claramente que muchas de las terrazas por las que pasábamos no guardaban la distancia exigida por las normas Covid. Mientras el reportero media el cámara grababa y yo estaba a su lado. Desde un local de enfrente vino una persona hacia nosotros y al llegar a mí se puso a insultarme y a intentar pegarme. Dos camareros de uno de los 3 establecimientos que tiene allí mismo consiguieron sujetarle mientras el reportero de la Sexta se ponía delante de mí para protegerme.
Es la primera vez que veía a ese energúmeno. Por supuesto le conozco de referencias. Aunque gritara que estaba pasando hambre no parece que sea cierto en su caso. Quien seguro que lo están pasando mal son sus empleados, lo mismo que millones de españoles que, están en situaciones terribles.
¿Por qué crees que te atacó?
Nada justifica un ataque. La actitud de este ser era de odio y creo que en ello tiene mucho que ver que se enfrentaba a una mujer.
Los vecinos estamos cansados y desesperados de los incumplimientos de las Ordenanzas por parte de algunos de los hosteleros de la calle Ponzano y de otras muchas calles. Estamos hartos de que no cumplan las normas de la pandemia: clientes sin mascarilla (en ocasiones tampoco la llevan propietarios y camareros), consumo en la barra, no guardar las distancias de mesas y sillas además de poner más de las permitidas, impedir el paso por las aceras, etc. Este hartazgo nos lleva a defender nuestros derechos ciudadanos: nuestra salud, poder pasear por nuestras calles, poder dormir, tener nuestros portales sin orines, vasos, condones, etc. Y nos volveremos a manifestar por nuestros derechos cuando las condiciones sanitarias lo permitan.
Lo que no hacemos es salir a las calles a insultarles y a pegarles.
¿Qué reacciones ha habido?
Muchos vecinos han manifestado su apoyo a El Organillo y a mí misma. También muchas asociaciones de Chamberí, de Madrid y de muchos lugares de España. Concejales Socialistas y de Más Madrid, Diputados de la Asamblea de Madrid, el portavoz Socialista Angel Gabilondo, el Delegado del Gobierno Sr. Franco. Y amigos, muchos amigos que están siempre dispuestos a echar una mano.
A todos les doy las gracias en nombre de la Asociación y en el mío propio.
¿Tienes miedo?
No tengo miedo. Afortunadamente vivimos en un país en que las mafias son minorías y no campan a sus anchas. Esto ha sido un acto aislado de alguien que no sabe controlar un mal día y que no representa al sector. Solo espero que las asociaciones de la hostelería le pongan en su lugar. Ha puesto el listón muy bajo y si se callan podría parecer que todos son iguales.
Miedo debería tener quien me agredió porque se a mí me pasase algo, ese ser sería el sospechoso número uno.
No es la primera vez que algún vecino recibe amenazas. La única diferencia es que en este caso hay constancia gráfica.
¿Qué relación tienes con la Asociación de Vecinos El Organillo?
Hace decenas de años que estoy en la Asociación. Quiero aclarar que el Presidente es Julio y no yo, como algunas veces dicen en los medios. Soy de la Junta Directiva.
¿Qué te llevó a asociarte?
La preocupación por la vida en los barrios. Cuando conocí a El Organillo nadie más que ellos estaban pendientes de los problemas de los barrios. Entonces no había Centros Culturales, ni de Servicios Sociales ni Centros de Mayores, etc. y la asociación era el punto de referencia de Chamberí. Lo mismo pasaba con las asociaciones de otros barrios y ciudades de cualquier lugar de España.
¿Qué luchas vecinales recuerdas como más importantes?
Recuerdo muchas muy importantes desde la creación de la Asociación, aunque entonces yo no estaba. En los años 70, una de las primeras acciones que llevaron a cabo fue la oposición al derribo del Mercado de Olavide. Más tarde la oposición al derribo del Hospital de Jornaleros de Maudes que alberga servicios de la Comunidad de Madrid.
En la Asociación se hacían cursos de alfabetización, de español para extranjeros, campamentos de verano y de navidad para niños, infinidad de charlas y reivindicaciones sobre urbanismo, vivienda, sanidad, etc.
Recuerdo como algo extraordinario los cursos que hacíamos en la SAFA (ahora Residencia Chamberi). Allí hicimos cursos sobre violencia de género. Ahora hay medios, aunque muchos menos de los necesarios, pero al final de los 70 y primeros años 80 no había más que alguna institución privada que acogía a mujeres maltratadas.
Hicimos cursos de cocina y tareas del hogar para chicos africanos (entonces no llegaban apenas mujeres) que habían llegado a Madrid huyendo de las guerras y las hambrunas de sus países. Les formábamos para que pudiesen encontrar trabajo y tener acceso a documentos. Yo tuve a uno de ellos trabajando en mi casa. Se llama James. Negro como la noche (aunque sea políticamente incorrecto decirlo), fuerte, guapo, extraordinaria persona. Mi suegra que vivía con nosotros casi se desmaya el día que le vio aparecer, pero le tomó el cariño que se merecía. Encontró un trabajo mejor y formó una preciosa familia.
Trabajo social se hacía mucho porque las personas que tenían algún problema no tenían otro sitio donde acudir.
¿Han cambiado mucho las reivindicaciones de aquellos años a ahora?
Sí y no. Afortunadamente la normalización de la vida democrática nos ha dotado de instituciones que procuran mejorar la vida de los ciudadanos. Hay muchas deficiencias y muchas desigualdades pero también disponemos de medios institucionales a los que acudir cuando estamos en situaciones difíciles.
En broma, se podría decir que los ayuntamientos y otras instituciones nos han quitado parte de este trabajo.
En general los problemas siguen y las reivindicaciones también. Hay algunos problemas nuevos, como son las viviendas de uso turístico que han venido a degradar la convivencia en edificios residenciales. Seguimos peleado por instalaciones deportivas, culturales, zonas verdes y de esparcimiento, mejor limpieza de nuestras calles, mejor accesibilidad para personas con problemas de movilidad, etc. Por escuelas infantiles, centros de mayores, atención a personas en soledad. Falta mucho por hacer en lo relativo a vivienda, atención a mayores, violencia, etc.
En fin, que aunque Chamberí es un Distrito de los menos pobres de Madrid, la riqueza no está repartida y tenemos muchas necesidades.
¿Qué destacarías de los últimos años?
La pelea, en la calle y en los tribunales, por la recuperación de las instalaciones del III Depósito del Canal de Isabel II ha sido fundamental para que el vecindario pueda disfrutar de ese espacio. La constante reivindicación de que las instalaciones públicas no se privaticen (Vallehermoso, Gofitt, Polideportivo del Canal de Isabel II y del de Parque Móvil….) es fundamental en nuestro Distrito de Madrid donde hay menos instalaciones municipales.
Hoy tenemos problemas viejos que se han agravado. Solo te voy a contar uno muy grave que acarrea problemas de salud y de convivencia: El Ruido.
El ruido por el tráfico en Chamberí es intenso. Hace años nos opusimos a la construcción de los túneles de Rios Rosas y Cea Bermúdez. Lo hicimos porque sabíamos que servirían para que entrasen más vehículos en el Distrito. Y así ha sido. Varias avenidas de Chamberí son auténticas autopistas de comunicación con la consiguiente contaminación acústica y ambiental.
El ruido y los problemas de convivencia por la cantidad de licencias de locales de ocio y restauración es un problema viejo que se ha ido agravando porque a la facilidad para abrir un local se suma la nula actividad de inspección. Decenas de discotecas, bares de copas, restaurantes, panaderías con barras de bar, tiendas 24 horas, y una larga lista de locales de estas características que hacen imposible el descanso vecinal, en muchas calles de la ciudad.