Chamberí | suplemento cultural | domingo, 09 de agosto de 2020 | 3ª Época | Nº 10

Por Aladino Cordero | Pág nº 04

Un día mi abuelo me contó un cuento de un país donde él había vivido que se llamaba España y que había una monarquía que era una rancia institución.


Y que la definición reinar, no podía estar más desfasada en un país moderno como era aquel. Por si no fuera suficiente, allí en España, la historia y los orígenes de semejante monarquía no predisponían favorablemente a quienes aspiraban a convivir en una sociedad democrática.

Por eso, la República era la aspiración romántica de las personas que sufrieron la represión de esa Dictadura que había acabado salvajemente con la experiencia ilusionante de la España democrática de los primeros años 30 del siglo XX.

Se tomó un pequeño respiro y luego me siguió relatando el cuento, que en plan confidencial me concretó que era el cuento de LA DISFORME PAMEMA DE AMA, que a mí me sonaba a chino mandarín y me contó que para quienes vivieron directamente la derrota y los que sufrieron las consecuencias junto a los perdedores, las connotaciones eran tan importantes, que durante los largos años de franquismo, se ansiaba tanto el final del Dictador como se esperaba el advenimiento de la República, como consecuencia lógica e irremediable.

La monarquía que la Dictadura preparaba en la figura de Juan Carlos se suponía inviable y poco menos que un pelele retrasado a ese príncipe heredero designado por Franco.

En cada uno de los chistes que se le dedicaban al futuro rey, y era una época en la que se contaban muchos, en todos ellos se partía o se concluía que era tonto. Esa era la imagen que tenían de él los ajenos a todo y los opositores a la dictadura franquista.

Mi abuelo, siguió su narración dejando claro, por si no lo estaba ya, que era un republicano convencido. Me advirtió que algunos como él dieron en definirse como “viejo republicano”, incluso cuando se dirigían directamente al Rey para que este supiera con quien estaba tratando, como me explicó que le dijo a la cara un tal Carrillo que era comunista y republicano y que apoyaba  una antigua Constitución que incluía monarquía y que el mundo estaba al revés porque esa Constitución que ya era del 78 de 1900,la habían apoyado los monárquicos de pacotilla que existían y que nadie conocía, muchos republicanos, los socialistas, los comunistas y alguna derecha que llamaban civilizada por decirlo de alguna manera y que los de la caverna estaban en contra de ella cuando se aprobó y que muchos años después los de la caverna se llamaban constitucionalistas y no querían que se modificara y llamaban anti constitucionalistas a los que la habían aprobado. No me enteraba muy bien que eran esas cosas de la caverna, pero me decía que una y otra vez querían llevar a España hacía atrás y que por eso van siempre con retraso, primero no aprobaron la Constitución y ahora dicen que es suya y que no la quieren cambiar. En ese punto el abuelo se enrabietaba y decía casi a voces ¡los que no la querían ahora nos la lanzan a la cabeza como que la han parido ellos!

En esto, hizo un pequeño paréntesis que me inquietó, no por la pausa en sí, más bien por que cuando arrancó, su voz se torno más trascendental. Si lo hizo para que prestara más atención lo consiguió plenamente y seguí muy enchufada en su relato cuando me aseguró que, hay ocasiones en que pequeños detalles no programados conducen a grandes revelaciones que pasan inadvertidas para la mayoría.

Todo esto encajaba en el cuento que me estaba narrando, y me sugirió que tuvo su desencadenante con la visita a España de míster John Ellis Jeb Bush, gobernador de Florida, hermano del presidente de Estados Unidos, George W. Bush. En aquellos días previos a la invasión de Irak, en España era presidente del Gobierno José María Aznar y el gobernador de Florida felicitaba a un sonriente Aznar, al tiempo que predecía grandes beneficios para España por apoyar los preparativos de aquella terrible canallada que se concretaría pocos días después en forma de prepotente y despiadada invasión a un país al que se sumió en el caos.

Y el ilustre visitante concluía parte de su trabajo en España dando las “gracias al Sr. Aznar, presidente de la República española”.

Apenas provocó algún chascarrillo jocoso el comentario del señor enviado por el Imperio y que traía regalos de guerra para la “República española” a través de su “presidente” míster José María Aznar.

Un detalle insignificante que a mi abuelo aquella noche le  desencadenó una espantosa pesadilla:

Soñé que España era una república y Aznar su presidente.

¡¿Cómo es posible que una España republicana se permita tener un presidente como Aznar?!

Entre sueño y sueño, me quitó el sueño el pasaje de la pesadilla en el que era incapaz de localizar mi pasaporte, necesario para abandonar España antes de que lo decidiera Aznar, como otras veces en la historia tuvieron que abandonar precipitadamente el país los malos españoles a los que no querían los buenos españoles de la caverna.

Y claro, mi abuelo era de los malos que no tenían derecho a mancillar con su presencia  la sagrada patria de Aznar, y quienes mancillaban pagaban o saliendo de España, o en la cárcel o el silencio y enterrados en cunetas.

Me quiso aclarar que afortunadamente solo había sido nada menos que un mal sueño que actuó de revulsivo para hacerle pensar de inmediato.

Continuó su monólogo.

Los primeros albores de la mañana fueron despejando alguna brecha en la resaca  de la pesadilla y una idea turbadora abrió camino en mi vapuleada mente:

Un país ejerciendo la democracia es capaz de elegir presidente de una república a un ser como Aznar.

Un país democrático es capaz de elegir presidente de su república a Hitler.

También te digo, mi niña, que una república es capaz de tener buenos  presidentes como Mujica o como Mandela.

La democracia no es un bien divino y eterno. Y como no es divina, por que si no te lo dije antes, te lo digo ahora, dios no existe, la democracia hay que consolidarla y agrandarla día a día. Y si te duermes te puede comer una pesadilla, a ti y a la democracia en sí.

Por eso mismo te advierto que después del susto revelador, prefiero una monarquía parlamentaria con un rey que hace de Jefe de Estado con infinito menos poder que un presidente de la república por democrática que sea su elección, porque muchachita, el problema viene luego de las elecciones.

Así que sin más preámbulo, a la vista de los antecedentes y de la pesadilla de Aznar presidente de la república, crucé una frontera inimaginable ocho horas antes, porque ¡ME ACOSTÉ REPUBLICANO Y ME DESPERTÉ MONÁRQUICO AGNÓSTICO!

¡Qué paradoja!. Soy republicano, tendencia monárquico agnóstica. Con pasaporte en regla y localizado, por lo que pueda suceder.

Continuó su soliloquio ya con cierta desgana y me lo justificaba sin convicción alguna diciéndome que a partir de ese momento cualquier cosa que dijera se podía volver en su contra, porque todo era contradictorio y falto de sentido, pero así son las cosas, se disculpó, mas ficticias en la realidad que en un cuento porque como puedes entender si no es así que prefiera ese Rey, Jefe del Estado que no tiene el respaldo de las urnas y tiene que demostrar cada día que es merecedor de seguir  siendo un Jefe de Estado florero, lo que no le impide actuar de árbitro en determinadas situaciones o inclinar la balanza en otras hacia posiciones acordes con una mayoría democrática, por influencia sobre poderes fácticos o por consenso tácito entre distintos poderes que se dejan arbitrar por la monarquía en momentos importantes.

El golpe de estado del 23 F es un ejemplo pero no le dejemos agotarse en sí mismo.

Como la caverna recalcitrante se sintió traicionada es la que cuestiona la monarquía junto a posiciones muy a la izquierda, tanto la divina como parte de la humana. Sin embargo, la democracia puede beneficiarse de esa extraña institución que pervive en tiempos no diseñados para ella.

Cada vez más perdido por lo que iba descubriendo, fue barruntando algo que con gran esfuerzo me transmitió en un soplo de voz que cada vez se iba apagando más y por lo tanto agudicé mi atención para no perderme lo esencial de su relato carente del mínimo análisis científico, pero muy sentido dentro de aquel contrasentido:.

No creo en la monarquía como forma de gobierno de una nación. Creo en un sistema de república. Pero te matizo. Me inquieta una república que pueda tener un presidente como Aznar. O como Hitler. Elegidos democráticamente. No creo en la monarquía. He pasado a ser agnóstico al respecto después de haber sido negacionista militante. Me siento monárquico agnóstico. Lo veo como el mejor sistema durante bastantes generaciones hasta que se impregne el ADN democrático en los cuerpos humanos y sociales españoles.

Así como la monarquía tiene que demostrar en cada momento que es necesaria, Aznar presidente de la república, con las fuerza moral de las urnas nada tendría que demostrar cómo no fuese imponer sus rancias ideas sin respeto para quienes tuvieran la desgracia de ser minoría según los designios de las urnas, que si beneficiasen al siniestro personaje, luego no tendría inconveniente en prenderles fuego democrática y físicamente, vía decreto inicialmente y con gasolina después.

Siguió farfullando palabras incoherentes cada vez mas agotado física y mentalmente y entre lo que me imaginaba y lo que percibía  creí  entender que estuvo a punto de crear una asociación con el nombre de AMA que venía a ser Anónimos Monárquicos Agnósticos, pero lo desechó porque eran tres palabras esdrújulas y eso le daba mal fario y algo me añadió de un filósofo marxista que se reía mucho de todos y era autor de una solemne frase que venía a decir que  jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo.

Fue el golpe definitivo para que AMA  muriera antes de nacer.

El esfuerzo de escuchar con tanta dificultad sus susurros, también a mi me acabó agotando y dejé por imposible de prestar la debida atención, pero a grandes rasgos resumo lo mejor que puedo lo que entresaqué de sus últimos testimonios que ponían fin al cuento.

Quienes piensen que ser monárquico agnóstico es una traición a los viejos republicanos que dieron sus vida por unas ideas de libertad y progreso recuerden que fueron viejos republicanos quienes sin dejar de creer en sus principios respetaron una monarquía que a pesar de su procedencia, se instaura en un sistema democrático que permite dar pasos hacia donde quiere la mayoría democrática. Fueron muchos de los que sufrieron persecución quienes vieron que este sistema es un paso adelante y precisamente por no creer en él, por ser agnósticos, entendieron que la monarquía constitucional tiene que esforzarse en ganar cada día su continuidad. El ADN democrático lo acabará agradeciendo.

Me dicen que uno de los peligros es que al ser un sistema hereditario podemos llegar a tener un rey tonto. Que te suavice esa preocupación pensar que igual puede haber una reina tonta en lugar de un rey, aunque haya que modificar la constitución y que tan tontos no serán para servir ellos mismos en bandeja la república antes de tiempo. Porque es cuestión de tiempo.

Algo decía también de un rey que salvó a España de un golpe de estado, que era muy putero para seguir la costumbre de otros reyes anteriores a la monarquía constitucional y que se había forrado.

Luego volvió a insistir en que la monarquía no es un fin en si mismo y la república tampoco, si vamos al caso. Tenemos repúblicas muy democráticas y otras que se llamaban repúblicas democráticas para disfrazar terribles dictaduras.

Tenemos monarquías absolutistas y otras en las que sus ciudadanos y sus sistemas son modelo de democracia consolidada.

Y durante tantos siglos de falta de democracia en España, ahora que la tenemos me preocupa que los de la caverna salgan pidiendo libertad. Cuando los fascistas piden libertad en una democracia, ponte en guardia. Quieren volver a una dictadura que es donde mejor se desenvuelven.

La duda que tenía sobre lo que quería decir con los de la caverna se me disipa. Son los fascistas y cuando ahora piden libertad es para quitársela a los demás que no piensan como ellos.

Y también deduzco que hay una izquierda humana porque me dijo que había una izquierda divina que había aprendido en libros y viendo series de televisión y que es muy loable y tienen mucho mérito cuando dicen que para tener democracia no puede haber monarquía y que los que no están por abolirla ya mismo es que son conservadores o viejos republicanos que se cagaron en la transición porque ellos no hubieran permitido lo que se permitió, y todo eso y más.

Justamente en ese momento dejó de contarme el cuento de la disforme pamema de AMA, y me dijo que yo era su nieta pero que aún no había nacido pero que era cuestión de tiempo y que ahora lo prioritario no es monarquía o republica, entonces entendería porque un viejo republicano convencido puede convivir con la carga de ser monárquico agnóstico viviendo en una democracia, la mejor que tuvo España en toda su historia y que hay que cuidar y mejorar cada día, y que si no lo llegaba a entender el también lo entendería.

Por psoech