Tribuna de Pilar Alegría, ponente del capítulo «Educación, Universidades, Cultura y Deportes».
A lo largo de nuestros 140 años de historia, las y los socialistas siempre nos hemos caracterizado por la firme voluntad de transformar nuestro país e impulsar su progreso de forma eficaz y en beneficio de la gran mayoría de la ciudadanía. Progresar no sólo es proclamar grandes ideales, sino poner los medios para hacerlos realidad. Por eso ahora, en un momento en que está en juego el futuro de España en el siglo XXI, somos de nuevo las y los socialistas quienes tenemos como prioridad absoluta promover la transformación económica, social y medioambiental en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y con las directrices de la nueva y ambiciosa agenda europea Next Generation.
La confluencia de varias crisis y retos globales -la emergencia climática, la pandemia, la rampante desigualdad, la precariedad laboral o el desafío digital- hace que en 2021 decir que nos jugamos el futuro no sea una figura retórica, sino una expresión precisa de la gravedad y la importancia decisiva del momento en que vivimos.
Mientras otros malgastan su energía en la confrontación sistemática, el postureo ideológico o un peligroso populismo reaccionario, las y los socialistas estamos entregados con todas nuestras fuerzas a conseguir que España salga de este momento crucial como un país más avanzado y socialmente más justo.
En ese empeño tenemos claro que para tener éxito en la imprescindible transformación verde y digital de nuestro país es absolutamente necesario confiar en nuestra juventud y empoderarlas, puesto que es a ellas y a ellos a quienes corresponderá ejecutar y hacer realidad la mayoría de los cambios que el Gobierno de Pedro Sánchez está diseñando en coordinación plena con las instituciones europeas.
Debemos conseguir que esa juventud que ha perdido la esperanza por las sucesivas crisis disponga de los recursos para protagonizar la gran transformación que España necesita y construir un futuro más justo y prometedor. Y sabemos que no conseguiremos este objetivo sin asegurarles una educación de calidad que no deje a nadie atrás, una educación que no puede concebirse sin una escuela pública más potente, mejor dotada, más innovadora y plenamente inclusiva. La educación que necesitamos debe encontrar su continuación en un sistema universitario que no pierda ningún talento por causas económicas y que ofrezca oportunidades de aprendizaje durante toda la vida. Tenemos que seguir fortaleciendo la universidad pública española como piedra angular de la sociedad del conocimientos. Jóvenes más y mejor educados en un sistema que impulse la movilidad social y ofrezca un acceso justo y equitativo a todos los recursos necesariosl para que puedan desarrollar libre y plenamente sus proyectos de vida. También una formación profesional acorde a nuestro tiempo, que suponga acceso a empleos de calidad, que sea motor económico y garantía de bienestar social.
Esa nueva sociedad que queremos para las próximas décadas necesita igualmente vivir y disfrutar un panorama cultural enriquecedor, puesto que sin cultura a no es posible interpretar la complejidad del mundo. El tejido cultural ha pagado siempre el coste de todas las crisis y debemos terminar con esa maldición. Necesitamos un país orgulloso de sus creadores y que viva y proteja la cultura como un bien de primera necesidad. No tenemos que inventarlo: la creatividad y calidad de nuestro cine, del sector audiovisual, de la música, de la literatura, de las artes plásticas y escénicas, de tantos ámbitos de experimentación, nos da una base espléndida para abrir un periodo de máximo desarrollo cultural de España.
En esa ecuación formativa en un sentido amplio figura, por supuesto, el deporte, como fuente de salud individual y colectiva, de bienestar personal, de desarrollo social. Un deporte para todos que hay que acompañar y cuidar mediante instalaciones, programas, ayudas y su plena integración en todas las actividades educativas y sociales como fuente de calidad de vida.
Estamos hablando de temas centrales, prioritarios, puesto que la ecuación educación, cultura y deporte es la que conforma a los hombres y mujeres del presente y del futuro, en quienes reside la clave para la superación de las crisis y para que España avance a buen ritmo en la senda del progreso y el desarrollo sostenible. Se lo debemos a nuestras y nuestros jóvenes, porque trabajamos para que cada generación pueda vivir mejor que la de sus padres. Sin ellos no habrá una España más cohesionada, igualitaria y justa.
Yo pondría creciente, pero son gustos personales.
No sé si esto es global, lo que sin duda lo es son las incertidumbres sobre el futuro del empleo