Esta historia comienza poco antes de que termine la guerra civil española, con un improvisado plan para mantenerse en la zona Centro y evacuar a los cuadros políticos y sindicales socialistas.

Echa a andar en los campos de concentración y en las cárceles franquistas. Continuó en la clandestinidad, en la calle, esquivando a la Brigada Político Social que tarde o temprano terminaba desarticulando, destrozando, la oposición y el movimiento obrero al mismo tiempo. 

La documentación incautada que se conserva en los Consejos de Guerra desvela su forma de organización (cuentas, cuotas, propaganda, sectores y militantes) pero sobre todo, conduce a la doble vida que llevaban estos hombres y mujeres, asalariados, trabajadores manuales, maestros y maestras depuradas, que se jugaron la vida y siguen siendo hoy prácticamente desconocidos.

Desde finales de 1942 comenzaron a reactivarse ante un posible derrumbe del franquismo por la deriva de la II Guerra Mundial pero también para no ceder espacio al PCE. Desde la cárcel consiguieron conectar con antiguos militantes y organizarse por gremios, ramas, sectores y barrios. Un modelo que en algunas áreas montañosas, especialmente en Asturias, convivió con la guerrilla, que subsistió a duras penas hasta 1948, año en que fue desarticulada por completo tras la matanza del Pozo Funeres.

La peor fase de la represión, de la que se aportan cifras a través de los expedientes de condena, había concluido pero nunca dejó de estar presente.

En 1954, tras la muerte de Tomás Centeno en los calabozos de la DGS de Madrid, la ejecutiva socialista pasaba a Francia, pero la actividad no desapareció del interior. Cambió la geografía de la clandestinidad y fue adaptándose a nuevos actores y formas de protesta, que pronto evidenciaron la tensión entre el exilio y el interior.

En constante riesgo de ruptura y a pesar de las persecuciones, del aislamiento y de la división, lograron mantener la presencia y el prestigio del socialismo anterior a la guerra. Un aspecto fundamental para comprender también los comienzos de la salida de la dictadura. Se trata de rescatar el rostro anónimo de las personas que lo llevaron a cabo, a través de la documentación que generaron e intercambiaran dentro y fuera de España, la mayor parte incautada por la policía por que se ha mantenido inédita hasta el momento.

GUTMARO GÓMEZ BRAVO