En todo caso, el envejecimiento de la población ha evidenciado situaciones estereotipos, prejuicios y discriminación contra las personas de edad que les afectan negativamente.

En todo caso, el envejecimiento de la población ha evidenciado situaciones
estereotipos, prejuicios y discriminación contra las personas de edad que les afectan
negativamente.

La revista Tiempo de Paz1 dedica su último número a Los Derechos de los Mayores. En él se repasan algunos de los temas más destacados que afectan hoy en día a las personas mayores tales como: las pensiones, la salud, la atención sanitaria, los retos desde la educación y la cultura, las residencias y/o la discapacidad. Se defienden los derechos que amparan a este colectivo y se apuntan soluciones con la intención de propiciar una mejora en su calidad de vida. Resumo a continuación algunas de las ideas que me ha suscitado su lectura.

La primera es que este colectivo presenta una gran variabilidad individual. El nivel cultural, económico, social y/o familiar de cada persona perfila un muy distinto nivel de necesidades, lo que dificulta la propuesta de soluciones comunes a nivel general. No obstante, si se encuentran situaciones de discriminación que merecen ser estudiadas para apuntar soluciones que en muchos casos tiene carácter de urgentes.

La segunda es que, en las próximas décadas, la tendencia demográfica apunta a un crecimiento imparable de la proporción de las personas mayores en el conjunto de la población mundial. En España, mientras a principios del Siglo XX la esperanza de vida era de poco más de 35 años, en la actualidad se sitúa en 85 años para las mujeres y en 80 para los hombres, lo cual unido al descenso de la tasa de natalidad da como resultado que mientras en los años ochenta la población mayor de 65 años representaba el 8% del total, en estos momentos supone el 20% del total de la población española.


Además, destacan otras dos características: Una es la dificultad de establecer el punto de corte en materia de edad como elemento definitorio de la vejez salvo que se hable en términos administrativos o para llevar a cabo estudios epidemiológicos. La segunda es la propia denominación sin caer en connotaciones negativas, términos como “viejo” o “anciano” llevan una importante carga discriminatoria. En los años sesenta empezó a utilizarse “tercera edad” pero pronto ha adolecido de la misma carga. En los últimos años parece implantarse, como el más correcto el término “mayores” aunque adolece de ser un comparativo usado como forma de definición.

En todo caso, el envejecimiento de la población ha evidenciado situaciones estereotipos, prejuicios y discriminación contra las personas de edad que les afectan negativamente. Atendiendo a ello, la necesidad de aumentar la protección de los derechos humanos en este colectivo se sitúa entre uno de los grandes retos sociales de nuestro Siglo. Hace ya algunos años se están produciendo declaraciones, estudios y propuestas de intervención muchos organismos internacionales, tales como Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Europea. En España un buen número de Asociaciones viene trabajando por los derechos de las personas mayores. La Comisión de Derechos Sociales del Senado puso en marcha una ponencia para estudiar
el proceso de envejecimiento en España que culminó con la publicación de un Informe que recoge los principales problemas de las personas mayores, seguido de las oportunas recomendaciones para resolverlos.


1 Tiempo de Paz es una revista monográfica de análisis e investigación, fundada en 1984 y editada trimestralmente por la ONG Movimiento por la Paz -MPDL- Se puede encontrar en:
https://revistatiempodepaz.org/revista-145/

El PSOE, haciéndose eco de estas propuestas tiene entre sus principales objetivos mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen y desde el Gobierno vine aplicando medidas y políticas dirigidas a conseguir su propósito.

Atendiendo a las características ocupacionales, el colectivo de mayores se encuadra en las denominadas “clases pasivas” porque han dejado de producir. Por razones biológicas, voluntaria o forzosamente el ser humano tiene que abandonar su vida productiva, jubilarse y dejar su actividad laboral. Ello conlleva la reducción o ausencia de ingresos económicos y a una pérdida de contactos sociales que empuja a la
inactividad y a la soledad. Si en la primera etapa de la vida se nos había preparado para trabajar durante la segunda, una vez alcanzada la edad de jubilación no existen social y legalmente otros objetivos que el de holgar sin rumbo hasta el final de la vida.

Por eso propiciar el envejecimiento activo resulta ser fundamental para atender los principales derechos de los mayores. Voy a centrarme en los derechos de los mayores en materia de: pensiones y prestaciones dignas, atención sanitaria, y acceso a actividades de educación y cultura, sin que ello suponga olvidar los problemas de
soledad no deseada y los de discapacidad que aparecen con el paso de los años y que requieren una decidida política pública.

En el tema de las pensiones se señalan en la revista dos grandes retos con los que se enfrenta la Seguridad Social en España en estos momentos: 1) el cambio demográfico y 2) las transformaciones sociales. El primero se debe al efecto del baby boom. Se denomina así un conjunto de años en los que el número de nacimientos crece de forma especial, en España el fenómeno se produjo desde finales de los años 50 hasta principios de los 70. Ahora, pasados 65 años ese segmento de crecimiento poblacional está en situación de jubilarse, y el aumento de la esperanza de vida incrementa el número de pensionistas. Mientras, las generaciones que les siguen son menos numerosas y las
perspectivas de crecimiento del mercado de trabajo no presentan visos de propiciar un relevo generacional, lo que agrava la situación.

En segundo reto se corresponde con las trasformaciones sociales que hacen que la edad de jubilación sea contemplada con expectativas bien distintas. Las profesiones que conllevan mayor esfuerzo físico son más difíciles de desempeñar en edades avanzadas,
pero también las personas con profesiones de baja cualificación y remuneración tienden a jubilarse lo antes posible. Incluso entre personas con la misma edad y la misma profesión, la edad de jubilación es contemplada es distinta forma en función de su situación económica, familiar, estado de salud, aficiones, estilo de vida, etc.
Estos retos generan tensiones financieras en “la hucha de la Seguridad Social” para las que hay que buscar soluciones. Se apunta entre otras: la ampliación de las bases imponibles de la Seguridad Social, la constitución de un fondo con aportaciones del Estado para solventar el déficit que va a producirse con los baby boommers, o la de abrir el abanico de la edad de jubilación, no solo por profesiones sino atendiendo a los deseos de sus integrantes individuales.

En cuanto al derecho a la atención sanitaria, es de destacar su reconocimiento en los países europeos que ha sido desarrollado de la mano del Estado del Bienestar, pero es de lamentar que en varios países de la UE la Sanidad Pública viene deteriorándose a
medida que triunfan las ideas neoliberales y se implanta la sanidad privada. España no es ajena a esta evolución, aunque con diferencias territoriales importantes entre CCAA, asistimos a la reducción de servicios sanitarios púlbicos, cierres de centros o esperas prolongadas mientras se fomenta la suscripción de seguros sanitarios privados (cuyas cuotas suben en función de la edad). Esta situación sin duda perjudica a muchas personas mayores, más necesitadas de atenciones médicas que otros colectivos, y con medios económicos limitados que les impiden acudir a la sanidad privada.

Finalmente, el ejercicio del derecho de las personas mayores a la educación y la cultura es imprescindible para conseguir un envejecimiento activo y saludable. Las personas mayores necesitan mantener actividades físicas, mentales, sociales e intelectuales para favorecer su salud y bienestar. Ser mayor, sin obligaciones laborales, es el momento de aprender por el simple placer de conocer nuevas materias o temas que habían despertado nuestro interés en un momento en el que no pudimos dedicarnos a ello, leer libros pendientes, viajar a nuevas tierras, hacer manualidades, hacer ejercicio, disfrutar de los nietos, familiares y amigos y mil tareas más. Todas esas actividades son ofrecidas por distintos centros públicos, desde universidades a bibliotecas o centros deportivos, que cada vez cuentan con más personas mayores entre sus usuarios y a las que deberían sumarse muchas más.

Todos los esfuerzos dirigidos a superar la brecha digital generada por el avance de las tecnologías son pocos. Van desde de clases y prácticas sobre alfabetización digital y el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación de las personas mayores, hasta la ayuda que pueden y deben prestar los jóvenes a los mayores en un ejemplo de buena armonía intergeneracional. Es una responsabilidad social cubrir la brecha digital
de las personas mayores y estas deben pelear por que se atiendan sus limitaciones en este asunto. La reciente batalla con los bancos ha dado algunos frutos, pero hay que seguir en esa línea.

Sin duda hay muchos otros puntos calientes que afectan a los derechos de las personas mayores, sobre los que hay mucho que analizar y ofrecer soluciones, pero no se trata aquí de hacer un estudio exhaustivo sino solo de apuntar algunos temas para invitar a la reflexión y el debate.

Gloria Bombin. Vocal de la Junta Directiva del Movimiento por la Paz -MPDL- y miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE de Chamberi

Por psoech