El modo en el que enfrentemos el desafío del envejecimiento con políticas adecuadas determinará si, como sociedad, seremos capaces de rentabilizar el hecho de vivir más años o por el contrario supondrá una carga asfixiante que pueda ralentizar, detener o incluso llegar a invertir el proceso global de desarrollo humano.
Mas del 90% de las personas prefieren envejecer en su casa, en un ambiente familiar y rodeadas – en la medida de lo posible – de sus pertenencias y seres queridos. Este deseo de envejecer en casa no es simplemente una preferencia personal. La Organización Mundial de la Salud resalta que el lugar en donde se envejece tiene impactos importantes sobre la salud de las personas: el hacerlo en un lugar conocido aumenta los niveles de confianza, independencia, y autonomía.
Atendiendo a esta realidad, muchos países han venido rediseñando sus sistemas y servicios de atención a la dependencia para incentivar el uso de servicios de apoyo en el domicilio.
Además de respetar las preferencias de los adultos mayores – e impactar positivamente sobre su salud – los servicios de apoyo domiciliario implican ahorros para el sistema en comparación con la alternativa de la institucionalización, salvo en los casos de dependencia extrema donde la necesidad constante de cuidados puede llevar a que la asistencia a domicilio resulte demasiado cara.
El principal desafío: la calidad
Más allá de todas sus ventajas, los servicios de atención domiciliarias no están exentos de desafíos. Uno de los principales tiene que ver con el aseguramiento de la calidad, que es más difícil en el caso de un servicio que se brinda en el hogar que en el caso de los servicios institucionales. Para esto, la principal herramienta es apostar a la formación y acreditación de los recursos humanos del sector. Este es un factor crucial: la tarea de cuidados no es para cualquiera; requiere una buena dosis de habilidades personales, como paciencia, organización, trato personal.
Si bien es cierto que las acciones que haya que emprender dependerán de los recursos disponibles y del estado actual de la atención en salud. Necesitamos claras actuaciones políticas y programas que deben formularse partiendo de información actualizada y fiable acerca de la comunidad, los indicadores de salud, los tratamientos eficaces, la estrategia de prevención y promoción y los recursos de salud, a ser revisados periódicamente para modificarlos o actualizarlos si es preciso.
En este sentido hay que animar al IMSERSO a que divulgue con prontitud a los acuerdos del acto que se celebrará el próximo 28 de octubre en el Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (Ceapat) con destacados profesionales del ámbito de la arquitectura y el envejecimiento para divulgar sus investigaciones y experiencias en una jornada técnica abierta a la participación.
Este centro del IMSERSO organiza la jornada: «Un hogar en el que envejecer», que abordará uno de los retos que plantea el envejecimiento de la población, desde disciplinas como la psicología, la geriatría, la arquitectura, la economía y con la participación de la administración y del movimiento asociativo, empresarial.
También hay que pedir al IMSERSO que fije unas normas de calidad en los servicios a prestar a las personas mayores, como la ayuda en domicilios, catering, teléfonos de urgencia, lavandería, etc. y estudiar la posibilidad de ayudar a las familias que se comprometan a colaborar con la persona mayor que reside en su hogar.
El modo en el que enfrentemos el desafío del envejecimiento con políticas adecuadas determinará si, como sociedad, seremos capaces de rentabilizar el hecho de vivir más años o por el contrario supondrá una carga asfixiante que pueda ralentizar, detener o incluso llegar a invertir el proceso global de desarrollo humano.
Secretaría de Mayores de Chamberí